Catequesis Para Niños

Catequesis Para Niños

A los niños hay que ofrecerles oraciones ya admitidas por toda la comunidad, pero que al mismo tiempo que estén expresadas con palabras y explicaciones con ejemplos inteligibles por ellos. Así aprenderán a hablar con nuestro Padre Dios utilizando su propio lenguaje y simbolismo. Jesús de mi vida, que fuiste niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón. El Niño Jesús que nació en Belén, bendiga nuestra mesa y a nosotros también.

El Mesías – Jesús vino a salvarnos

El pecado es el permanente enemigo del hombre. Poner remedio al pecado es salvar al hombre. Dios tenía previsto desde el principio una solución definitiva. Jesús -Segunda Persona de la Trinidad- será el Salvador que vencerá definitivamente el pecado. Recordarás que Dios fue recordando a Israel Dios enviaría un Salvador, el Mesías prometido. Por medio de hechos y palabras Dios se ha comunicado con nosotros y nos ha dado esta buenísima noticia: Dios es nuestro Padre y Jesús nuestro Salvador.

También Dios habló a María por medio de un ángel. Por la obediencia de la Virgen y la Palabra de Dios, Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre y vino a la tierra para salvarnos.

Todo esto y mucho más nos cuentan los Evangelios.

Cuando se cumplió el tiempo, el Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de una Virgen llamada María

Los romanos dominaban Israel.

El pueblo hebreo esperaba la venida del Mesías anunciado por los profetas.

Un día el arcángel Gabriel, enviado por Dios, entró en casa de una muchacha llamada María.

El ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo; tú eres la escogida entre todas las mujeres para ser Madre de Dios. No temas, María, pues a los ojos de Dios has hallado gracia. Vas a concebir en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús”.

María dijo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Madre mía, gracias por haber dicho que sí

Jesús nace en Belén

María y su esposo José fueron a Belén a empadronarse porque de allí era su familia.

Todos los albergues estaban llenos y no encontraban posada.

Ven, Jesús, a mi pobre corazón

María y José solo encontraron una cueva que servía de establo.

Mientras estaban allí descansando del viaje, nació Jesús.

Cerca había unos pastores. Se les apareció un ángel y les dijo: “Vengo a daros una gran alegría. Hoy os ha nacido en Belén un salvador, que es el Cristo el Señor. Encontraréis un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.”

Los pastores fueron a adorar a Jesús y contaron a todos la maravilla que habían visto.

Unos sabios de Oriente vieron una nueva estrella bellísima en el cielo y la siguieron. La estrella los guió hasta el Niño. Entonces entraron y ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra, y le adoraron.

Jesús nace en Belén
Jesús nace en Belén

Jesús crecía

Jesús también vivió en una familia, con su Madre y San José, el carpintero.

Los tres vivían una vida sencilla, en un pueblo pequeño. Una vida llena de trabajo y amor a los demás.

Jesús, enséñame a amar y obedecer

José trabajaba en su taller de carpintero y construía puertas, muebles, arados y otros utensilios.

María cuidaba de los dos, limpiaba la casa, hacía la comida y cosía la ropa.

Jesús de pequeñito sólo jugaría. También aprendería a leer, a contar… Como todos los niños. Ayudaría a su Madre yendo a traer agua, haciendo recados, barriendo las virutas del taller. Jesús trabajaba muy bien.

En aquella familia el más importante era Jesús, porque era Dios. Sin embargo, nos cuenta el Evangelio que Jesús obedecía a sus padres. Le gustaba hablar con su Padre Dios.

Jesús, quiero portarme muy bien para agradarte

Jesús nos enseña el camino del Cielo

Jesús nos enseña el camino del Cielo
Jesús nos enseña el camino del Cielo

Los que vivieron con Jesús contaron lo que vieron y los evangelistas lo escribieron en los Evangelios. Gracias a ellos sabemos muchas cosas de Jesús.

Cuando Jesús tenía 30 años, salió de Nazaret y recorrió las ciudades y los pueblos de Palestina explicando a todos el camino del cielo.

Jesús comparó el Reino de Dios a un tesoro escondido en un campo. Quien lo encuentra, lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene y compra el campo.

Jesús es Dios como su Padre. Por eso tiene poder para hacer milagros.

Navegando por el mar de Galilea, se levantó una gran tempestad. Los apóstoles se asustaron creyendo que se hundían. Pero Jesús se puso en pié y mandó al viento que cesara y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: ¿quién es este? ¡Hasta los vientos y el mar le obedecen!

Jesús hizo muchos milagros para demostrar que Él era verdaderamente el Hijo de Dios y que era Dios como su Padre. Y también los hizo para mostrar su misericordia y su amor a los hombres, en especial a los más necesitados.

Un día un ciego lo llamó: ¿Qué quieres? Le dijo Jesús. ¡Que vea! Contestó el ciego. Jesús le tocó los ojos y vio. Todos se admiraban y lo contaban a quienes no lo habían visto.

Jesús es Dios, pero también es hombre como nosotros. Un día Jesús, cansado del camino, se sentó junto a un pozo. Llegó una mujer samaritana a sacar agua. Y Jesús le dijo: “Dame de beber.” Jesús es igual a nosotros: nace en una familia, crece, come, duerme, tiene amigos, pasa hambre y sed, sufre, se alegra, ríe, llora, se compadece de los demás… Diferencia: Él no comete ningún pecado

Jesús, quiero ser tu amigo y vivir todo lo que tú me enseñas

Jesús habló en parábolas

Jesús utilizó muchas comparaciones para hablarnos del Reino de Dios.

El Reino de Dios es semejante a una red (de pescar), que se echa en el mar y recoge toda clase de peces. Una vez llena, la sacan a la orilla y sentados recogen lo bueno en los cestos y arrojan lo malo. Así sucederá al final del mundo” (Mateo 13, 47-50).

Con estas comparaciones, que se llaman parábolas, Jesús fue, poco a poco, enseñando a sus discípulos muchas cosas sobre el Reino de Dios.

Jesús es como un buen pastor que quiere a sus ovejas. Si alguna se pierde, la busca hasta que la encuentra y lleno de alegría la pone sobre sus hombros y corre a contar a sus amigos que ha encontrado la oveja perdida. Jesús nos perdona cuando nos hemos portado mal y le pedimos perdón.

Un día unos hombres le presentaron a Jesús a un paralítico para que lo curase. Jesús miró con amor al paralítico y le dijo: “Tus pecados te son perdonados”. Los fariseos decían: “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” Jesús para demostrar que tenía poder para perdonar los pecados curó al paralítico.

En otra ocasión, estaba Jesús descansando junto a un pozo mientras los discípulos iban a buscar algo de comer a la ciudad. Estando allí vino una mujer a sacar agua. Jesús le pidió que le diera de beber. Ella le dijo: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana?” Jesús habló con ella para enseñarle que venía a salvarnos. La mujer samaritana reconoció sus pecados y corrió al pueblo a contar todo.

Jesús perdonaba a todo el que se acercaba a Él con arrepentimiento. Así nos enseñó qué grande es la misericordia de Dios con todos los pecadores.

Para que entendiéramos bien el perdón de Dios, Jesús contaba a sus amigos la parábola del hijo pródigo. Un hombre tenía dos hijos; el pequeño le dijo un día: “padre, dame mi parte de la herencia”. Y se fue. Emigró a un país lejano, y allí gastó toda su fortuna viviendo de mala manera. Cuando lo gastó todo, no tuvo más remedio que ponerse a cuidar cerdos. Y volvió arrepentido. Su padre le vio regresar y le abrazó y le llenó de besos. Él le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Y el padre celebró una fiesta.

Jesús lee en nuestro corazón y nos espera para que le pidamos perdón

Jesús contó un día a sus discípulos la parábola del buen samaritano para enseñarnos como debemos portarnos con los demás.

Un israelita bajaba de Jerusalén a Jericó por el camino. Unos ladrones le hirieron, le robaron y lo dejaron medio muerto. Un sacerdote lo vio y pasó de largo, dando un rodeo. Lo mismo hizo un levita (servidor del templo). Pero un samaritano (de un pueblo extranjero) lo vio, se compadeció y lo curó. Lo subió a su caballo y lo llevó hasta la posada más cercana. Allí cuidó de él y le dijo al posadero que le pagaría todos los gastos. ¿Quién de los tres amó…

Jesús hace milagros

El primero lo hizo en Caná. Unos novios celebraban sus bodas y, a la mitad de la fiesta se acabó el vino. “No tienen vino”, dijo la Madre de Jesús. Jesús mandó llenar unas tinajas de agua que convirtió en un vino exquisito.

Un día, iba Jesús con sus discípulos y vio pasar a unos hombres que iban a enterrar a un joven muerto. Su madre era una pobre viuda que lloraba porque era su único hijo. Jesús, compadecido, le dijo: “No llores.” Se acercó y dijo: “muchacho, yo te lo digo, levántate.” Y el chico comenzó a hablar.

Jesús es Dios como su Padre. Por eso tiene poder para hacer milagros.

Navegando por el mar de Galilea, se levantó una gran tempestad. Los apóstoles se asustaron creyendo que se hundían. Pero Jesús se puso en pié y mandó al viento que cesara y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: “¿quién es este? ¡Hasta los vientos y el mar le obedecen!

Jesús pasaba por las calles de Jerusalén y vio un ciego. Escupió en tierra; hizo un poco de barro con la saliva, y lo puso en los ojos de ciego y el dijo: “Ve y lávate.” Fue, se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que lo conocían de darle limosnas empezaron a discutir acerca de si sería él o sería otro que se le pareciera.

La fama de Jesús se había extendido mucho. Y todos querían verle, oírle y pedirle ayuda. Un día predicaba desde la orilla del lago, subido en la barca de Pedro. Cuando acabó dijo a Pedro y Andrés que se metieran maa adentro para pescar. Pedro le explicó: “Hemos pasado la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo dices, echaré la red.” Al momento la red estaba tan llena de peces que las redes se rompían y llenaron dos barcas de redes.

Jesús hace milagros
Jesús hace milagros

Señor, hazme a mí pescador de hombres como a Pedro

Un día, los Apóstoles advirtieron a Jesús que despidiera a la gente, para que pudieran comprar algo de comer en las aldeas próximas. Jesús les respondió: “dadles vosotros de comer.” Andrés dijo: “Aquí hay un niño con cinco panes de cebada y dos peces ¿Pero qué es esto para tanta gente?” Jesús tomó los panes y los peces, miró al cielo, los bendijo y los partió. Cada uno comió hasta saciarse y todavía se recogieron doce canastos de pedazos que sobraron.

Jesús hace milagros, para demostrar que Él era verdaderamente el Hijo de Dios y que era Dios como su Padre. Y también los hizo para mostrar su misericordia y su amor a los hombres, en especial a los más necesitados.

Jesús instituye la Eucaristía

Jesús instituye la Eucaristía
Jesús instituye la Eucaristía

Jesús celebraba la Pascua con sus amigos.

Yo también soy amigo de Jesús

Antes de morir en la Cruz, quiso celebrar el Jueves Santo la Pascua con los Apóstoles. Acabada la cena, tomó el pan y dijo: “Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros.” Después tomó la copa de vino y dijo: “Este es el cáliz de mi Sangre.” Y mandó a los Apóstoles que lo repitiesen en memoria suya.

Jesús, muchas gracias por haber querido quedarte en la Eucaristía

Cada vez que vaya a Misa recordaré tus palabras: Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre

El Viernes Santo, Jesús ofreció su vida por nosotros en la Cruz

El Domingo de Ramos, Jesús entró triunfante en Jerusalén.

Y todos lo aclamamos como Nuestro Dios Salvador. El Jueves Santo, Jesús celebró la Última Cena.

Nos mandó que nos amáramos los unos a los otros como Él nos ha amado.

Cuando Jesús estaba orando en el huerto de los olivos, Judas lo entregó a sus enemigos por treinta monedas de plata.

Los Sumos Sacerdotes se burlan de Jesús y lo mandan a Pilato para que lo condene a muerte.

Cuando Jesús estaba siendo juzgado, Pedro lo negó tres veces antes de que cantase el gallo.

El Viernes Santo, Jesús fue azotado.

Son mis pecados los que te hacen daño, Jesús

Jesús fue coronado de espinas.

Hecho rey de burla por mi desobediencia

Jesús fue condenado a muerte de Cruz.

Mis pecados también dicen: ¡crucifícale!

Cargan a Jesús con la Cruz a cuestas. Y la lleva camino del Calvario.

¡Que sea buen cireneo para ayudarte!

Jesús nos salvó al morir en la Cruz por amor a nosotros.

Bajan a Jesús de la Cruz y lo dejan en los brazos de la Virgen.

Jesús muere y la Virgen llora con gran dolor.

Jesús, dame dolor de mis pecados y que no te ofenda más

Jesús es enterrado en un sepulcro nuevo bajo la mirada atenta de las mujeres.

Al decir por la señal de la Santa Cruz, le pedimos a Jesús que nos libre del pecado y nos ayude a ser buenos cristianos.

Jesús resucita

Jesús resucita
Jesús resucita

La madrugada del domingo, Jesús resucitó. Por eso el domingo es el día del Señor.

Cuando las mujeres fueron a embalsamar a Jesús, el sepulcro estaba vacío. Y se les aparecieron unos ángeles. “No busquéis aquí a Jesús ¡HA RESUCITADO!

María Magdalena lloraba porque no encontraba el cuerpo de Jesús, y el Maestro se le apareció.

Luego se apareció a los discípulos que estaban reunidos en el Cenáculo.

Jesús se apareció también a unos discípulos que iban camino de Emaús.

Un día que los Apóstoles estaban pescando, Jesús se les apareció, y tuvo lugar otra pesca milagrosa.

Jesús se marchó al cielo y nos dejó el mandato de ir a todo el mundo a predicar su Evangelio.

Jesús envió el Espíritu Santo a la Virgen y a los Apóstoles.

Jesús, envíanos tu Espíritu

Los Apóstoles cumplieron el mandato de Jesús y bautizaron en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo a todos los que creyeron.

Jesús nos espera en el Cielo

María

Jesús quiso hacerse hombre y venir al mundo para salvarnos. Pensó como quería que fuese su madre y así la hizo. Pensó en su Madre: toda la eternidad soñó con Ella. Y, añorando sus caricias, fue dibujando en los antepasados de María como esbozos de esa flor que había de brotar a su tiempo. Igual que un artista que persiguiera tenazmente la pincelada perfecta, Dios pintó miles de sonrisas en otros tantos labios. Y ensayó en otros ojos la mirada limpísima que tendría su Madre. Hasta que un día nació la Virgen, su Hija predilecta, su Esposa Inmaculada, su obra maestra. Y la colocó en el belén junto a la cuna, con Jesús, que, por ser sólo de María, era su vivo retrato (de El Belén que puso Dios).

La Anunciación

Nazaret era un pueblito con casas de barro. Allí vivía la criatura más perfecta salida de las manos de Dios: María. Pero aunque era la mejor, no se lo creía: era humilde.

Un día, Dios le dijo a Gabriel: ve a decirle a María que será la madre de mi Hijo. “Hola, María”, dijo el ángel, “has sido elegida para ser la madre del Mesías. ¿quieres?

María dijo que sí. Sus palabras fueron: “He aquí la esclava del Señor, Hágase en mí según Su Palabra.”

El ángel le dijo también: “Tu prima Isabel también tendrá un hijo, Juan, que anunciará a las gentes a Jesús.” María se dijo: “Iré a verla Y le ayudaré en todo: Es muy mayor.”

Cuando llegó María, el niño que tenía Isabel dentro saltó de alegría. Isabel le dijo: “Bendita tú entre todas las mujeres.”

¿te suenan estas palabras? Pero antes un propósito: Todos los días, antes de acostarme, me pondré de rodillas delante de la cama Y rezaré las tres Avemarías a María Y le diré:

María, te quiero.
María, quiero ser bueno
y humilde como tu.

La Anunciación
La Anunciación

Vida de la Virgen María

María es madre de Dios y Madre nuestra

María vivía en Nazaret. Era una muchacha prometida en matrimonio a un joven llamado José. Un día el arcángel Gabriel, fue enviado por Dios a decirle si quería ser la Madre de Dios. María dijo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

El arcángel le dijo también que su prima Isabel iba a tener un niño. María fue a visitar a Isabel. Al entrar en casa de Zacarías, el niño de Isabel saltó de gozo en el seno de su madre. Isabel dijo: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.”

El César mandó hacer un censo. María y José recorrieron 120 kilómetros para ir a Belén a empadronarse. No encontraron alojamiento y se refugiaron en una gruta que era un establo de animales. Allí nació Jesús. Los ángeles cantaban: “¡Gloria a Dios y paz a los hombres que aman al Señor!

María y Jesús fueron invitados a una boda en Caná. Hacia el final del convite se quedaron sin vino. María se acercó a su Hijo y le dijo lo que ocurría. Y a los criados dijo: “Haced lo que Jesús os diga.” Jesús les dijo que llenaran las tinajas de agua y luego la sacaran y llevaran a las mesas. El agua se había convertido en vino. Fue el primer milagro que hizo Jesús.

Los sumos sacerdotes entregaron a Jesús a Pilato para que lo condenara a morir en la Cruz. Cuando Jesús cargaba con la Cruz camino del Calvario, María salió a su encuentro y lo acompañó compartiendo su dolor.

Jesús, que yo sepa consolarte pidiéndote perdón de mis pecados

Junto a la Cruz estaban la madre de Jesús y Juan. Jesús les dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo. Juan he ahí a tu madre.” Juan llevó a María a su casa. Y ella cuidó de todos los discípulos con un amor muy grande como Jesús le había encargado.

Madre mía, enséñame a ser valiente como Juan y que sepa estar siempre contigo

Pasado un tiempo Jesús quiso tener a su madre con Él. Juan y los demás discípulos estaban muy tristes y desconsolados. Jesús envió a unos ángeles que despertaron a la Virgen María y la llevaron con gran gozo al Cielo. Desde el Cielo la Virgen María cuida de todos nosotros. Le gusta mucho que le recemos el Avemaría. Los ángeles hicieron una gran fiesta. Y Dios coronó a la Virgen con una corona de doce estrellas.

Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

María Inmaculada

María Inmaculada
María Inmaculada

El 8 de diciembre es la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Durante los nueve días anteriores debemos prepararnos con ilusión para celebrar esta fiesta tan grande. En estos días es muy importante que nos acordemos de nuestra Madre y la tratemos más, para aprender a imitarla mejor. Nos gusta ofrecerle cada día un regalo que sabemos que le puede agradar.

Para rezarle los nueve días te puede servir de ayuda cada una de las presentaciones siguientes.

Novena a la Inmaculada Concepción de María

Primer día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: ¿Qué espera de mí la Virgen en estos días? ¿Cómo puedo imitarla mejor para ser también limpio de cuerpo y alma?

Invocación: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea; pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Segundo día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: ¿acudo a la Virgen con la confianza y cariño con que un niño acude a su madre? ¿La imito en sus virtudes, como la sencillez, el amor a nuestros padres, el cariño a Dios y el servicio a los demás?

Invocación: Niña María, por tu humildad perfecta, Ayúdame a parecerme a Ti. Niña María, por tu fe y por tu obediencia, Ayúdame a parecerme a Ti. Niña María, por tu sencillez y tu pureza, Ayúdame a parecerme a ti. Niña María, por el amor a tus padres de la tierra y a tu Padre del Cielo, Ayúdame a parecerme a Ti.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Virgen María
Virgen María

Tercer día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: ¿Hablo con la Virgen muchas veces al día? ¿Saludo su imagen en mi cuarto, en mi clase, en la iglesia…? ¿La llamo ¡Madre! ¡María! Y con otros nombre bonitos?

Invocación: Si se levantan los vientos de las tentaciones, Mira a la Estrella, invoca a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, Mira a la Estrella, invoca a María. Si te turba el recuerdo de tus pecados, si empiezas a hundirte en la tristeza o en la desesperación, Mira a la Estrella, invoca a María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, Mira a la Estrella, invoca a María.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Cuarto día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: María dijo siempre Sí a Dios ¿En qué cosas espera Dios de mí que le diga Sí? Quizá en el estudio, en la obediencia, o en la generosidad…

Invocación: Virgen Madre de Dios, el que no cabe en el universo entero, se encerró hecho hombre en tus entrañas. Madre de Dios, intercede por nosotros. Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Madre de Dios, intercede por nosotros. Tú eres la gloria de Jerusalén; Tú la alegría de Israel; Tú eres la honra de nuestro pueblo. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Quinto día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: María estaba llena de Dios ¿Me confieso con frecuencia para borrar todos mis pecados y tener el alma más llena de Díos? ¿Me acerco a menudo a recibir la Sagrada Comunión para llenar mi alma y mi vida de Dios?

Invocación: Porque Dios pensó en Ti antes que el mundo existiera, Salve, llena de gracia. Por tu Concepción Inmaculada, Salve, llena de gracia. Porque de Ti quiso nacer tu Creador, Salve, llena de gracia. Porque el Señor se prendó de tu humildad, Salve, llena de gracia.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Virgen María
Virgen María

Sexto día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: Cuando María tuvo dificultades, confió plenamente en el cuidado paternal de Dios ¿Confío yo también en que Dios cuidará siempre de mí y que está cerca de mí también cuando sufro?

Invocación: Alabemos a Dios por las cosas grandes que ha hecho en la Virgen, porque El Señor hizo maravillas: Gloria al Señor. Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. El Señor hizo maravillas: Gloria al Señor. Porque ha mirado la humildad de su sierva, desde ahora me felicitarán todas las generaciones. El Señor hizo maravillas: Gloria al Señor. Porque el Poderoso ha hecho en mí cosas grandes, y su nombre es santo. El Señor hizo maravillas: Gloria al Señor.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Séptimo día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: ¿Pienso en los demás para descubrir sus necesidades y poder ayudarles? ¿Estoy dispuesto a hacer pequeños servicios a mis compañeros y amigos?

Invocación: Tú, que dejaste tu casa y te pusiste en camino para servir a tu prima Isabel, Enséñanos a servir con alegría. Por tu servicio generoso y alegre en casa de Isabel, Enséñanos a servir con alegría. Porque servimos a Jesús sirviendo a los más necesitados, Enséñanos a servir con alegría. Para imitar a Jesús que no vino a ser servido, sino a servir, Enséñanos a servir con alegría.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Virgen de Guadalupe
Virgen de Guadalupe (Virgen María)

Octavo día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: A Dios agrada mucho la humildad ¿Me arrepiento de mis faltas de soberbia, vanidad, orgullo, y pido humildemente perdón de ellas en la confesión? ¿Pido a la Virgen que me alcance esa virtud que Ella tanto apreció?

Invocación: Invocamos a la Sagrada Familia de Nazaret: Por vuestra obediencia rendida a la Voluntad del Padre, Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres. Por vuestro ejemplo de trabajo bien hecho, en Nazaret, Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres. Por vuestra vida de familia, piadosa, sencilla y santa, Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres. Por vuestros dolores y gozos, ofrecidos por la redención del mundo, Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Noveno día:

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Virgen Purísima, Tú que fuiste concebida Inmaculada y jamás conociste pecado, alcánzame la gracia de no manchar mi alma con el pecado, y si tuviera la desgracia de pecar, de purificarme cuanto antes en el Sacramento de la Penitencia.

Invocación: Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha de pecado original. Bendita eres Tú, Virgen Inmaculada, sobre todas las mujeres de la tierra. María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Madre de Dios, intercede por nosotros.

Reflexiono: Estamos en tiempo de Adviento. María y José son las criaturas que mejor se prepararon y mejor recibieron a Jesús. ¿Recibes a Jesús en la comunión con esos santos deseos? ¿Le visitas todos los días alguna vez en el Sagrario?

Invocación: María, Tú que eres el camino escogido para que el Hijo de Dios se hiciera hombre, condúcenos hasta Jesús. Tú que, hecha Trono de Dios, llevabas en tu seno al Redentor del mundo, camino de Belén, condúcenos hasta Jesús. Tú que eres siempre el camino para ir y volver a Jesús, condúcenos hasta Jesús.

Oración final:

Salve del mar estrella, de Dios Madre sagrada, y siempre Virgen pura, Puerta del Cielo santa. Rindamos a Dios Padre, y a Cristo su alabanza, y al Espíritu Santo, una a los Tres sea dada. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Nuestra Señora
Nuestra Señora (Virgen María)

Somos discípulos de Jesús

Jesús vino a la tierra a salvarnos y enseñarnos el camino del Cielo. Nos ha llamado para que vivamos con él. A su lado aprendemos muchas cosas y estamos muy alegres.

Cuando se ama mucho a una persona, se desean saber cosas de esa persona. Nosotros meditamos la vida de Nuestro Señor, desde que nace en un pesebre hasta que muere en la Cruz, y luego resucita. Y tenemos en la cabeza la vida del Señor como en una película, en cualquier momento, cerrando los ojos, podemos contemplarle, y vivir con él, y con Santa María, su Madre, que es Madre nuestra, y con aquellas santas mujeres, y con aquellos apóstoles.

Recordamos la vida de Cristo

Como somos discípulos de Cristo, queremos vivir cómo Él vive. Para eso miramos su vida y lo tratamos.

Jesús escogió a doce hombres: Los llamó sus Apóstoles. Ellos serían las columnas de la Iglesia. Igual que a ellos, Jesús nos busca a cada uno de nosotros para que vayamos detrás de Él.

Jesús enseñaba: Luego les fue enseñando el Evangelio con mucho cariño y paciencia. Nosotros leemos y meditamos el Evangelio para saber qué me enseña Jesús.

Jesús eligió a Pedro: Uno de ellos, llamado Simón, lo eligió Jesús el jefe de los Apóstoles y le puso el nombre de Pedro. El Papa es el sucesor de Pedro.

Jesús celebró la Pascua: En la Última Cena dio poder a los Apóstoles de celebrar la Eucaristía. Mandó que participáramos todos de ella. En la Última Cena también les dio el mandamiento del amor. Nos mandó que nos amáramos entre nosotros como Él nos ama.

Jesús murió en la Cruz: Junto a Él estaban su madre y Juan. Su muerte nos salva: nos libra del pecado y nos abre las puertas del Cielo.

Jesús resucitó: Al tercer día, se apareció resucitado a los Apóstoles, que se llenaron de alegría. Jesús está vivo.

Jesús nos espera en el Cielo: Jesús envió a sus discípulos a predicar el Evangelio en su nombre por todo el mundo. Jesús les dijo: “quien a vosotros os oye a mí me oye.”

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía”!
Y ¡cuántas, Hermosura soberana,
Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana!

Jesús viene a nuestro encuentro: Jesús nos busca como buscó a los Apóstoles. Aprendemos a escucharle en la oración.

Jesús, dame un corazón grande que sepa amarte

Jesús fundó la Iglesia

Jesús fundó la Iglesia
Jesús fundó la Iglesia

La Iglesia es la gran familia de Dios: Los llamó sus Apóstoles. Ellos serían las columnas de la Iglesia. Igual que a ellos, Jesús nos busca a cada uno de nosotros para que vayamos detrás de Él.

Jesús eligió a Pedro: Uno de ellos, llamado Simón, lo eligió Jesús el jefe de los Apóstoles y le puso el nombre de Pedro. El Papa es el sucesor de Pedro.

Jesús llamó a muchos discípulos: Fueron muchos los que siguieron a Jesús al escuchar sus palabras y ver sus milagros. Entre ellos había toda clase de personas: hombres y mujeres, viejos y jóvenes, niños y niñas, pobres y ricos, sanos y enfermos…

Los Apóstoles predicaron el Evangelio: Los Apóstoles enseñaron que Jesús había resucitado y que ellos lo habían visto. También hacían grandes milagros.

Los Apóstoles bautizaban: Los que escuchaban su predicación y veían sus milagros pedían bautizarse y así formar parte de la Iglesia. Nosotros formamos parte de la Iglesia desde el día de nuestro bautismo.

Los primeros cristianos: Los primeros cristianos vivían como una gran familia en la que todos se amaban y se ayudaban. La multitud de los cristianos tenía un solo corazón y una sola alma. Entre ellos no había necesidades, porque los que eran ricos vendían sus posesiones y repartían sus bienes, según la necesidad de cada uno.

Los cristianos seguimos a Jesús en la Iglesia: Hoy, igual que los primeros cristianos seguimos a Jesús en la Iglesia. La Iglesia es la gran familia de Dios que formamos la multitud de los cristianos que seguimos a Jesús.

El Papa: El Papa es el sucesor del apóstol San Pedro. Guía a todos los cristianos en nombre de Jesús. Es el “dulce Cristo en la tierra”.

Los obispos: Los obispos son los sucesores de los Apóstoles. Ellos guían una parte de la Iglesia que se llama diócesis.

Los sacerdotes: Los sacerdotes son los colaboradores de los obispos. Celebran la Santa Misa, administran los sacramentos, predican la Palabra de Dios y guían a los hombres hacia el Dios.

Los religiosos: Los religiosos son personas que viven consagradas a Dios en una orden religiosa. Consagran su vida a Dios por caminos diversos: vida contemplativa, educación cristiana, misiones, cuidado de los enfermos y de los pobres, etc.

Los laicos: Los laicos son los cristianos corrientes, que imitan a Jesús en su familia y su trabajo. Todos tenemos la obligación de querer y seguir a Jesús y buscar la santidad que nos pide.

Jesús está presente en la Iglesia.

Jesús, escucha nuestras oraciones y acepta todo lo que te ofrecemos. Haz que nos mantengamos siempre unidos a Ti, al Papa y a los Obispos y no permitas que nos separemos de tu Amor. Amén”.

El Sacramento del Bautismo

El Bautismo nos hace hijos de Dios.

Adán y Eva desobedecieron a Dios: El demonio, en forma de serpiente, les tentó y ellos prefirieron creer al demonio antes que a Dios. Aquel pecado se llama pecado original y es el primero que se cometió en la tierra.

Todos nacemos con el pecado original: El pecado original es como una enfermedad que se transmite de padres a hijos. Pero Dios es tan bueno que nos ha dado una medicina maravillosa que nos limpia del pecado original, nos hace hijos suyos y nos abre las puertas del cielo: es el Bautismo.

La importancia del Bautismo: Jesús quiso ser bautizado en el río Jordán por Juan el bautista.

Jesús, antes de subir al cielo, envió a los Apóstoles a bautizar. Los Apóstoles bautizaban en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

El Sacramento del Bautismo
El Sacramento del Bautismo

El Bautismo nos hace hijos de Dios: Por el Bautismo somos unidos a Cristo y con Él somos hijos de Dios.

Los bautizados formamos la Iglesia: La Iglesia es la familia de Dios. Mediante ella, Dios nos cuida para que siempre seamos buenos discípulos de Jesús y sigamos sus huellas hasta el Cielo.

Cómo fue la celebración de tu Bautismo: Cuando eras un recién nacido, tus padres pidieron a la Iglesia tu Bautismo. Tus padrinos te llevaron a la parroquia y el sacerdote os acogió.

El rito del Sacramento: El sacerdote hizo en tu frente la señal de la cruz, que es la señal del cristiano. Luego leyó la Palabra de Dios y explicó a todos el significado del Bautismo. Finalmente, derramó el agua diciendo las palabras que se pronuncian en el Bautismo: ”Yo te bautizo en el nombre del padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Somos hijos de Dios: Cuando nacemos a la vida somos hijos de nuestros padres. Ellos nos acogen con muchísimo cariño, nos alimentan y nos cuidan. Por el Bautismo, Dios Padre nos hace hijos suyos. Desde ese día formamos parte de la Iglesia y somos discípulos de Jesús.

Los diez Mandamientos

Los diez Mandamientos
Los diez Mandamientos

Los Mandamientos de la Ley de Dios son el camino del cielo. Como Dios nos quiere tanto y desea que todos lleguemos al cielo, nos ha enseñado muy bien el camino de sus Mandamientos.

Y lo ha hecho de tres maneras:

La primera, grabándolos en nuestro corazón. Por eso, todos los niños saben, antes de que nadie se lo diga, que mentir es cosa mala, que robar también lo es, y, que en cambio, obedecer a los padres, es cosa muy buena.

La segunda fue por medio de Moisés, en el monte Sinaí. Dios habló a su pueblo entre truenos y relámpagos y le dio los Mandamientos. Después, para que nunca los olvidasen, se los dio escritos a Moisés en dos grandes tablas de piedra.

Y la tercera por medio de Jesucristo. Un día se le acercó un joven a Jesús y le dijo: “¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le respondió: “Si quieres entrar en el cielo, guarda los Mandamientos.”

Dios entregó a Moisés los diez Mandamientos: Moisés, con la ayuda de Dios, atravesó el mar Rojo al frente del pueblo de Israel.

Los diez Mandamientos: Los israelitas llegaron al pie del monte Sinaí. Moisés subió a la montaña para rezar a Dios. Hubo truenos y relámpagos. Y Dios entregó a Moisés los diez Mandamientos. Moisés bajó del monte y comunicó al pueblo todas las palabras del Señor.

Jesús nos enseña el principal mandamiento: Un hombre sabio le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento?

Jesús le contestó: “El primero es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todas tus fuerzas“.

El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Nuestro prójimo son todas las personas que tenemos alrededor nuestro.

Jesús le dijo: “No andas lejos del Reino de Dios”.

Primer Mandamiento – Amarás a Dios sobre todas las cosas:

Un hombre sabio preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la ley de Dios?” Jesús contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”

Pero,… ¿cómo podemos mostrarle nuestro amor a Dios? Hablando con él con cariño y respeto (con sencillez, como hablamos con los papas, con los amigos…).

Dándole gracias por todas las cosas buenas que nos da:

  • Gracias, porque me amas mucho
  • Gracias, porque me ayudas
  • Gracias, porque me enseñas el camino
  • Gracias, por la creación
  • Gracias, porque me perdonas
  • Gracias, porque me has hecho hijo de Dios
  • Gracias, porque me das a tu Madre
  • Gracias, porque me das tu Cuerpo
  • Gracias, porque me das una familia
  • Haciendo siempre lo que le agrada (cumpliendo los mandamientos)

Amarás a Dios sobre todas las cosas

¿Cuál es el primer mandamiento de la Ley de Dios?

El primer mandamiento de la Ley de Dios es Amarás a Dios sobre todas las cosas.

¿Qué deberes comprende el primer mandamiento de la Ley de Dios?

El primer mandamiento de la Ley de Dios comprende los deberes de creer en Él, amarle sobre todas las cosas y darle el culto debido.

Un día Jesús llegó a un pueblecito que se llamaba Betania. Allí vivían tres hermanos: Lázaro, Marta y María. Jesús era muy amigo de los tres. Marta y María le recibieron en su casa y vinieron muchos amigos de Jesús a verlo. María, estaba sentada a los pies de Jesús, y escuchaba sus palabras con mucha atención. Marta iba de aquí para allá, preparando algo para ofrecerle a Jesús y sus amigos. Como su hermana no le ayudaba, se quejó a Jesús. Pero éste le dijo: “Marta, Marta, tú te afanas por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte.” Con estas palabras, Jesús nos enseñó que lo más importante es estar cerca del Señor y escuchar su Palabra. Es decir, amar a Dios sobre todas las cosas.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Confiar en Él y amarle
  • Que le rece todos los días
  • Que le agradezca todo
  • Obedecer a sus Pastores
  • Ofrecerle todo lo que hago

Lo que me aleja de Dios:

  • Olvidarme de él
  • Caer en la rutina y ser ingrato
  • Rechazarlo o negarlo
  • Abandonar la fe cristiana
  • Rechazar lo que nos enseñan los Pastores de la Iglesia

Rezamos:

Todos los pensamientos, palabras y obras de este día,
te los ofrezco, Señor,
y el alma mía.

Amarás a Dios sobre todas las cosas
Amarás a Dios sobre todas las cosas

Segundo Mandamiento – Debemos respetar el nombre de Dios:

Porque tu nombre, Señor, es Santo

El amor que tienes a tus papás te lleva a pronunciar su nombre con respeto. Por eso te molestaría que alguien les insultase o pronunciase sus nombres en son de burla.

El amor que tenemos a Dios nos lleva a pronunciar su nombre con el mayor de los respetos. Puesto que Dios es Santo, su nombre ha de ser santo para nosotros. Así cumplimos el segundo Mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano.

Debemos respetar el nombre de Dios

Comete un gran pecado quien blasfema, es decir, quien dice palabras a hace gestos injuriosos contra Dios, la Virgen o los Santos.

Tampoco debes jurar, que es poner a Dios como testigo, salvo en algún caso de grave necesidad.

¿Quién es nuestro modelo en el cumplimiento de la ley de Dios?
Nuestro modelo es Jesucristo, que vino al mundo para hacer siempre la voluntad de su Padre.

¿Quién falta contra el segundo Mandamiento?
El que blasfema o usa el nombre de Dios sin el debido respeto.

Una historia de la Biblia – Los hermanos Macabeos:

Antioco IV Epífanes invadió era rey de Siria. En el año 169 a. C. conquistó Palestina, robó los tesoros del Templo y mató muchos judíos. Publicó un edicto por el cual todos tenían que abandonar su religión y hacer cultos idólatras. Muchos se mantuvieron fieles a la alianza con Dios, poniendo en peligro su propia vida.

Como aquella madre y sus siete hijos: uno a uno, del mayor al menor, en presencia de los otros y su madre fueron mutilados, azotados y torturados de diversas maneras hasta la muerte. Durante los tormentos, la propia madre les daba aliento. La persecución fue cruel en toda Palestina. Algunos se escondieron en las cuevas del desierto. Las patrullas del rey los encontraron un día sábado y, por no quebrantarlo luchando, unas mil personas se dejaron matar sin oponer resistencia.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Respetar su Santo Nombre; rezar; decir jaculatorias, es decir, pequeñas oraciones a Dios.
  • Respetar el nombre de su Madre, la Virgen Maria, el de los ángeles y los santos.
  • Alabar a Jesús en la Eucaristía y decirle que le amamos.
  • Pedir perdón a Jesús cuando otros chicos o mayores le ofenden.
  • Respetar las personas y cosas sagradas.
  • Alabar y rezar a la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra.
  • Imitar a Jesús, que bendecía el Nombre de Dios.

Lo que me aleja de Dios:

  • Decir palabras o hacer gestos que ofendan a Dios, a la Virgen, a los santos o a la Iglesia.
  • Jurar sin necesidad o mintiendo.
  • No cumplir las promesas hechas a Dios en serio.
  • Usar a la ligera el Nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de todos los santos.
  • Hacer gestos feos contra Dios, la Virgen o los santos, el Papa, los sacerdotes o las cosas sagradas, faltándoles el respeto o blasfemando.

Rezamos:

Enséñame a cumplir tu voluntad Y a guardarla con todo mi corazón;
Guíame por el camino de tus Mandamientos,
Porque ellos son mi alegría (Salmo 119)

Tercer Mandamiento – Santificar las fiestas:

Santificar las fiestas
Santificar las fiestas

Que lleguemos a reunirnos contigo en el cielo para celebrar la fiesta que no tiene fin

El domingo es día de fiesta: En nuestra familia tenemos unos días de fiesta. Así, por ejemplo, celebramos nuestros santos, cumpleaños; los aniversarios de acontecimientos importantes… Son días de alegría y mamá prepara algún dulce para la comida o la merienda.

También los cristianos formamos una gran familia y tenemos nuestros días de fiesta. Uno de ellos es el domingo.

En el domingo recordamos con alegría la Resurrección de Jesús.

Y en el domingo también nos reunimos con Jesús, el sacerdote y todos los cristianos en la iglesia para celebrar la Santa Misa.

El domingo es día de fiesta y de vida familiar. Santificamos el domingo asistiendo a la Santa Misa, unidos a los demás cristianos, para ofrecer a Dios el Sacrificio que ofreció Jesucristo en la cruz para nuestra salvación. En segundo lugar, descansando del trabajo, pues también Dios descansó el séptimo día de la Creación, para enseñarnos que Él quiere que nosotros descansemos después de haber trabajado durante la semana.

Aprendemos:

¿Qué quiere decir Domingo?
La palabra Domingo significa Día del Señor.

¿Qué celebramos los cristianos el Domingo?
Celebramos la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

¿Cómo cumplen los cristianos el tercer Mandamiento de la ley de Dios?
Participando los domingos en la Santa Misa y descansando del trabajo de la semana.

Una historia de la Biblia:

Desde el principio, los cristianos se reunían en las casas particulares para celebrar la Eucaristía. Este encuentro les ayudaba a sentirse más familia, estrechaba los vínculos de cariño entre unos con otros y, además, compartían también sus alegrías y sus penas. Eran conscientes de que, cada vez que celebraban la Eucaristía, hacían presente a Jesús muerto y resucitado por los hombres; tenían grabadas en sus mentes y en su corazón las palabras de la institución de la Eucaristía.

Se reunían incluso sabiendo que corrían peligro de muerte si les descubrían, pero como decía uno de los primeros mártires, Emérito, a principios del siglo IV: Sin la Eucaristía, no podemos vivir. Y otra mártir añadía: Sí, también yo he ido a la Asamblea y, junto a mis hermanos, he celebrado la Cena del Señor, puesto que soy cristiana.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Asistir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar (cuando que la misa es válida y lícita).

  • Estar en Misa con respeto y buena disposición: estar atentos, contestar y cantar (cuando que la misa es válida y lícita.
  • Descansar los domingos de todo trabajo innecesario.
  • Dedicar parte de nuestro tiempo a nuestra familia: cuidar de nuestros hermanos, ayudar a nuestros mayores…
  • Hacer obras de caridad: visitar a los ancianos, ayudar a los necesitados…
  • Imitar a Jesús, que iba con María y José al Templo a celebrar las fiestas (cuando que la misa es válida y lícita).

Lo que me aleja de Dios:

  • Dejar de ir a Misa los domingos y fiestas de guardar (cuando que la misa es válida y lícita).

  • Impedir o dificultar a otros que asistan a Misa (cuando que la misa es válida y lícita).

Rezamos:

Dios Padre: que todos tus hijos lleguemos
a reunirnos contigo en el cielo para celebrar la fiesta
que no tiene fin. Amén.

Cuarto Mandamiento – Querer a nuestros papás y hermanos:

El amor a nuestros padres: El cuarto mandamiento de la ley de Dios dice:

Honrarás a tu padre y a tu madre. Los hijos tenemos el deber de honrar a nuestros padres, que tanto nos aman y se preocupan de nosotros. Honrar es amar, respetar y obedecer. Amamos a nuestros padres cuando los tratamos con cariño, les damos alegrías, evitamos disgustarles y rezamos por ellos.

Les respetamos cuando no les damos malas contestaciones ni gritos, sino que procuramos tratarles siempre con veneración y cariño. Cuando desobedecemos a nuestros padres ofendemos a Dios, pues ellos le representan en la tierra. Pero, cuando les obedecemos le damos una gran alegría al Señor.

Querer a nuestros papás y hermanos
Querer a nuestros papás y hermanos

Aprendemos:

¿Cuál es el cuarto mandamiento de la Ley de Dios?
El cuarto mandamiento de la Ley de Dios es: honrarás a tu padre y a tu madre.

¿Cómo cumplen los hijos el cuarto Mandamiento de la ley de Dios?
Amando, respetando y obedeciendo a sus padres, ayudándoles en todo lo que se pueda. Amando a los hermanos, abuelos, etc.

Una historia de la Biblia:

Hubo un hombre muy bueno llamado Jacob, que amaba mucho a Dios. Jacob tuvo doce hijos y uno de los más pequeños se llamaba José. Era muy listo y tenía unos sueños maravillosos. Sus hermanos mayores le tenían mucha envidia.

Un día Jacob envió a su hijo José al lugar donde estaban sus hermanos guardando los rebaños. Cuando los hermanos mayores vieron venir a José, dijeron: “Ahí viene el soñador. Matémosle y diremos a nuestro padre que un animal salvaje lo devoró.” De pronto, vieron llegar a unos mercaderes, y en lugar de matar a José se lo vendieron por unas monedas de plata.

Los mercaderes llevaron a José a Egipto y allí vendieron a José a un oficial del Faraón. Con el tiempo, José llegó a ser un gran personaje en Egipto. Adivinaba los sueños del Faraón y éste le nombró su ministro. José adivinó que iba a llegar un tiempo de mucha hambre y almacenó enormes cantidades de trigo y alimentos.

Los hermanos de José llegaron a Egipto en busca de alimentos. José les recibió, pero no le reconocieron, pues habían pasado muchos años. Por fin, José les dijo quién era y ellos se asustaron mucho, recordando lo mal que se habían portado con él. Pero José les dijo: “No tengáis miedo, pues os he perdonado. Traed a mi padre y yo cuidaré de todos vosotros para que no paséis hambre.”

Y fue abrazando a todos sus hermanos. Estos regresaron a su tierra y pronto volvieron a Egipto llevando a su anciano padre. José y su padre se abrazaron y lloraron mucho de alegría.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Respetar, obedecer y amar a nuestros padres.

  • Rezar por papá, mamá y los hermanos.
  • Ayudar y dar alegrías a los padres.
  • Usar bien la libertad que nos dan papá, mamá o quien cuide de nosotros.
  • Ser buenos hermanos.
  • Cuidar a los padres cuando estén enfermos o sean ancianos.
  • Imitar al Niño Jesús, que amó y obedeció a su Madre, la Virgen, y a san José.

Lo que me aleja de Dios:

  • Ser irrespetuoso, desobediente y poco agradecido con los papás y no mostrarles cariño.

  • Dar disgustos y preocupaciones a los papás.
  • Ser mal hermano: egoísta, discutir mucho, ser celoso… Dar mal ejemplo.
  • Faltar el respeto a las autoridades.

Para que nuestros padres nos sirvan siempre de ejemplo y nos enseñen con su vida a amar a Jesucristo. Roguemos al Señor. Amén.

Quinto Mandamiento – Amar y respetar la vida:

Jesús hizo milagros para mostrar su misericordia y su amor a los hombres: En una ciudad llamada Naím Jesús vio pasar a una mujer viuda que lloraba porque iban a enterrar a su hijo único. Jesús, compadecido, le dijo: – “No llores”. Luego se acercó al ataúd y exclamó: – “¡muchacho!, yo te lo digo, levántate”. Y el chico se levantó y empezó a hablar.

Jesús ama la naturaleza porque ama todo lo que ha hecho su Padre del cielo: Al enseñar pone ejemplos de la naturaleza: nos habla de los pájaros, de las flores, del trigo, del fruto de los árboles. Le gustaba predicar al aire libre: unas veces a orillas del mar, paseando por los trigales o sentado en la verde hierba.

Amar y respetar la vida: Los cristianos sabemos que la vida es un gran regalo de Dios. Por eso debemos amar la vida, respetarla y defenderla. Jesús nos enseñó a amar y perdonar a todos y a no querer nunca mal a nadie.

El homicidio: es quitar voluntariamente la vida a otro (a no ser en casos de legítima defensa).

El suicidio: es quitarse la vida a sí mismo.

El aborto: es provocar la expulsión y muerte del niño que se está formando en el vientre de la madre antes de su nacimiento.

Atentar contra la propia salud: es tomar drogas, conducir temerariamente, etc.

El odio: es querer el mal para otros.

Aprendemos:

¿Cuál es el quinto mandamiento de la Ley de Dios?
El quinto mandamiento de la Ley de Dios es: No matarás.

¿Cómo cumplen los hijos el quinto Mandamiento de la ley de Dios?
Nos manda querer bien a todos y perdonar a nuestros enemigos. Nos prohíbe hacer daño a la propia vida o a la de otros con palabras, obras o deseos.

Una historia de la Biblia:

Adán y Eva tuvieron hijos e hijas. Los mayores, fueron Caín y Abel. Caín era agricultor, y Abel, pastor. Ofrecían sacrificios a Dios. Abel era generoso y sacrificaba lo mejor de su ganado; esto agradaba a Dios y lo bendecía. Caín, dominado por el egoísmo, siempre ofrecía lo peor de sus cosechas, y Dios rechazaba su ofrenda.

En el corazón de Caín fue naciendo la envidia hacia Abel. En su interior oía la voz de Dios que le decía: — ¿Por qué andas triste? ¡Obra bien y estarás alegre, pero si no, el pecado estará a tu puerta como una fiera al acecho! Caín no quiso dominar sus malas inclinaciones. Y un día, estando solos en el campo, se arrojó sobre Abel y lo mató.

Este primer asesinato llegó como un grito hasta el cielo. Inmediatamente preguntó Dios a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?

— No lo sé. ¿Soy acaso yo su guardián?

Caín se apartó de Dios. Huyó de aquellas tierras. Agobiado por su crimen, temía morir a manos de cualquiera; pero Dios le puso una señal para que nadie lo matara.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Amar y respetar mi vida y la de los demás.

  • Cuidar y defender la vida de todos los hombres, desde su inicio hasta la muerte.
  • Cuidar mi cuerno, respetando la salud.
  • Cuidar mi alma, siendo buen cristiano, para llegar hasta el Cielo.
  • Promover la paz y el respeto de todos. Con violencia no se consigue nada.
  • Respetar la opinión de los demás, incluso si se equivocan.
  • Imitar a Jesús, que amaba mucho a lodos los hombres.

Lo que me aleja de Dios:

  • Pelear, vengarse, insultar, burlarse y abusar de los más débiles.

  • Dejarse llevar por la ira o el odio.
  • Dañar a los demás con palabras u obras o ignorarles. Ser rencorosos.
  • Dejarse llevar por el apetito desordenado de comer y beber.
  • Aceptar la eutanasia, el suicidio, el homicidio y el aborto, o cualquier otra forma de atentado contra la vida humana.

Rezamos:

Gracias, Señor, por enviarnos a Jesús, que es tu Hijo. Gracias porque nos trae la paz. Te pido que Jesús viva siempre en mi corazón y que yo sepa llevar a todos su paz. Amén.

Jesús nos dio el mandamiento del amor:

Jesús nos dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Queremos a nuestros amigos:

  • Jugamos con ellos.

  • Nos ayudamos.
  • Nos conocemos.
  • Compartimos.

Jesús quiere que seamos generosos:

Un día estaba Jesús acompañado de una gran multitud que le escuchaba. Jesús sintió pena de que no hubieran comido nada en todo el día. Entonces un niño se acercó a Jesús y le dio todo lo que tenía: cinco panes y dos peces.

Jesús invitó a la gente a sentarse sobre la hierba y comenzó a repartir los panes y los peces, que se multiplicaron milagrosamente. Eran unos cinco mil. Todos comieron lo que les apetecía, y con los trozos que sobraron se llenaron doce cestos.

Imitamos a Jesús siendo generosos:

  • Javi disfruta dejando su balón a los amigos.

  • Rosa le deja a Ana sus rotuladores cuando se los pide prestados.

Jesús obedecía a sus padres:

Jesús pasaba mucho tiempo hablando con su Padre Dios: Así sabía en qué cosas podía agradarle.

Jesús Niño obedecía a su Madre y a san José:

  • Jesús escuchaba atentamente lo que decía su madre.

  • Ayudaba en la carpintería a San José.
  • Jesús hacía muy bien los recados con prontitud y alegría.
  • Dejaba de jugar cuando se lo mandaban y no protestaba.

Jesús de mayor siguió obedeciendo:

Jesús predicaba obedeciendo a su Padre Dios.

Y fue obediente hasta la muerte y muerte de Cruz.

Imitamos a Jesús en la obediencia:

  • Obedecemos a la primera y con alegría.

  • Llegando puntual al colegio.
  • Comiendo lo que te ponen, aunque no te guste.
  • Jugando con tus hermanos sin pelearte.
  • Haciendo bien tus trabajos en y en casa.
Amar y respetar la vida
Amar y respetar la vida

Sexto Mandamiento – Bienaventurados los limpios de corazón:

Porque verán a Dios.

Tú has visto un cielo sin nubes, tan azul que parece recién pintado. Y un paisaje nevado donde nada ni nadie ha dejado una huella.

Y un lago en la alta montaña, de aguas limpias y transparentes.

Todo eso es una maravilla.

Pero hay algo más resplandeciente y más bello que todas esas cosas.

Es tu alma tal como Dios la dejó el día de tu Bautismo: Sin mancha de pecado, llena de luz y de gracias. Además, por el Bautismo, tu cuerpo y tu alma se han convertido en Templo de Dios. Eres como un Sagrario donde vive Dios. ¿Ves por qué merece tanto respeto nuestro cuerpo?

Ocurre que el cielo, a veces, se cubre de nubarrones, la nieve se mancha con las pisadas y las aguas claras se contaminan cuando en ellas se vierten basuras. ¿Y el alma puede mancharse? Sólo si nosotros queremos. El alma sólo se mancha con el pecado.

Para conservar tu alma limpia, pura, como el cielo sin nubes, como la nieve que nadie ha pisado, todo en ti tiene que ser limpio: tus palabras, tus pensamientos y tus acciones.

Escribe San Pablo:

¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros y que habéis recibido de Dios y que no os pertenece? ¡Habéis sido comprados a gran precio! Glorificad, por tanto a Dios en vuestro cuerpo. (1 Corintios 6, 15, 19-20)

Aprendemos:

¿Cuál es el sexto mandamiento de la Ley de Dios?
El sexto mandamiento de la Ley de Dios es: No cometerás actos impuros.

¿Qué nos manda el sexto mandamiento?
El sexto mandamiento nos manda que seamos puros y castos en obras y palabras.

Bienaventurados los limpios de corazón
Bienaventurados los limpios de corazón

Una historia de la Biblia:

Un día, mientras Jesús paseaba con sus discípulos, una multitud le trajo a una mujer que no había sido limpia con su cuerpo ni fiel a su marido. Según la ley de entonces de los judíos, esa mujer debía morir apedreada. Se la llevaron a Jesús porque querían saber qué es lo que pensaba y algunos también para ponerle en un aprieto.

Pero Jesús, en vez de aprobar la conducta de los fariseos, dijo: — «El que esté libre de pecados que tire la primera piedra».! Todos los que estaban allí comenzaron a irse poco a poco, comenzando por los más viejos. Cuando se habían quedado solos Jesús y la mujer pecadora, le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más». Y todos suponemos que esa mujer, desde aquel día, vivió pura y casta.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Amar la pureza como regalo de Dios.

  • Cuidar el pudor y la delicadeza en el vestir y en el hablar.
  • Huir de las ocasiones que pudieran hacernos pecar. Evitar las malas amistades. No ver los programas en la TV, Internet, en DVDs, en el cine, etc.
  • Decir no a lo que nos pudiese llevar a pecar.
  • Cultivar un gran amor a Cristo y Maria. Los que les aman, aman lo que ellos nos dieron como ejemplo: la pureza.
  • Recibir los sacramentos con frecuencia: confesarse y comulgar a menudo.
  • Pedir ayudar a Dios y a la Virgen: rezar tres avemarías al acostarme.
  • Imitar a Jesús, que vivió la castidad sin ensuciar su cuerpo con la impureza.

Lo que me aleja de Dios:

  • Leer libros o revistas que dañan nuestra pureza.

  • Asistir a diversiones poco convenientes como algunas fiestas, películas, etc.
  • Tener conversaciones sobre temas impuros.
  • No respetar nuestro propio cuerpo, ofendiendo a Dios con actos impuros.

Rezamos:

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

Séptimo y décimo Mandamientos – Respetar los bienes del prójimo:

Respetar los bienes del prójimo
Respetar los bienes del prójimo

Aprender a dar y compartir.

El séptimo y décimo mandamientos de la Ley de Dios nos enseñan a respetar los bienes del prójimo con estas palabras:

  • No hurtarás (7º Mandamiento).

  • No codiciarás los bienes ajenos (10º Mandamiento).

El séptimo mandamiento enseña a respetar los bienes de los demás y el décimo a no tener envidia de los que poseen más cosas que nosotros.

No cumple estos mandamientos:

  • El que roba o ayuda a robar.

  • Quien no devuelve lo que le han prestado.
  • Quien destruye los bienes de uso común (por ejemplo, los bancos de los parques, los muebles del colegio, los jardines, etc.).
  • El que no trabaja como debe.
  • El que tiene envidia de lo que otros tienen.
  • El que desea apropiarse de lo que tienen otros.

Dios creó la tierra y todos los bienes que contiene para el provecho de todos los hombres. Sin embargo, todos esos bienes no están bien repartidos. Mientras unos poseen muchos, otros carecen de los necesarios para vivir con la dignidad propia del ser humano.

Es voluntad de Jesús que quienes tienen mucho lo compartan con los demás. Así nos lo enseña con la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro (Lucas 16, 19-3 1).

Es voluntad de Jesús que quienes tienen mucho lo compartan con los demás:

El rico negaba al pobre hasta las migajas que caían de su mesa. Cuando murió, Epulón fue condenado porque no puso su riqueza al servicio del necesitado.

Jesús nos llama, a través del Magisterio de la Iglesia, a construir una sociedad más justa. Los que poseen mucho deben compartirlo con los que no tienen ni lo necesario.

Debemos estar dispuestos a dar de lo que tenemos, a compartir con los demás nuestras cosas y a trabajar para que en un futuro los bienes de la tierra estén mejor repartidos siguiendo las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia.

Piensa:

  • Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.

  • Lo que se da no se quita.
  • La avaricia rompe el saco.
  • De quien mucho miente, huye la gente.
  • Cree el ladrón que todos son de su condición.

Aprendemos:

¿Qué nos manda el séptimo Mandamiento?
El séptimo mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos, vivir la justicia y compartir lo nuestro con quienes están más necesitados.

¿Qué nos manda el décimo mandamiento?
El décimo mandamiento nos manda no desear ni codiciar los bienes ajenos.

Una historia de la Biblia:

Jesús tenía muchos amigos y discípulos que le seguían a todas partes, pero sobre todo había doce, los Apóstoles, que eran los más cercanos a él y a los que les explicaba todo con más detalle. A pesar de eso, uno de ellos, Judas, fue el que le traicionó y le vendió por treinta monedas para que lo crucificaran. Judas tenía el vicio de robar, él era quien llevaba la bolsa del dinero de los Apóstoles para las pequeñas compras que había que hacer.

Judas aprovechaba para quedarse con parte de ese dinero que tenía que ser para los pobres o para la comida. En el Evangelio, san Juan nos dice que Judas era un ladrón, lo que le impidió darse cuenta de que a quien traicionaba por solo unas monedas era al Hijo de Dios, que había venido al mundo.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Respetar las cosas de los demás, ser generosos y justos con nuestros hermanos y amigos.

  • Ayudar a los necesitados con nuestras limosnas o dedicándoles parte de nuestro tiempo.
  • Imitar a Jesús que nos enseñé a compartir con los demás.
  • Ser generoso.
  • Ser humilde; la humildad evita la envidia.
  • Alegrarse y agradecer por lo que uno es y tiene.
  • Practicar la caridad dando de lo nuestro al que tiene menos o lo necesita.
  • Imitar a Jesús, que dijo que hay más felicidad en dar que en recibir.

Lo que me aleja de Dios:

  • Robar.

  • Romper o dañar las cosas de los demás solo por divertirme o por envidia.
  • No ser agradecidos a Dios y a nuestros padres por las cosas que poseemos.
  • Despreciar y no ayudar a las personas necesitadas.
  • Codiciar los bienes ajenos.
  • Ser egoísta, quererlo todo para mí.
  • La envidia, que nos hace ponernos tristes ante el bien o el éxito de los demás.
  • El consumismo, es decir, tener por tener; ansiando siempre más.

Rezamos:

Señor, cuántas cosas buenas nos das cada día. Y cuántas veces me olvido yo de agradecer esas cosas buenas que me concedes. Perdóname, Señor. Quiero ser agradecido.

Octavo Mandamiento – Jesús nos enseña a decir siempre la verdad:

Sea vuestro sí, sí.

El inventor de la mentira es el diablo:

Él fue quien introdujo en el mundo la primera mentira cuando dijo a nuestros primeros padres: «Si coméis del árbol prohibido seréis como dioses». Comieron y, en lugar de ser como dioses, Adán y Eva perdieron la amistad con Dios … y fueron expulsados del Paraíso.

Jesús, por el contrario, dijo siempre la verdad y nos enseñó a decirla. Cuando le querían condenar a muerte y no encontraban nada verdadero de qué acusarle, el Sumo Sacerdote le preguntó: «¿Eres tú el Hijo de Dios?». Y Jesús respondió: «Sí, lo soy».

Después, el Gobernador Poncio Pilato le preguntó también: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Jesús sabía que si se declaraba Rey le condenarían a muerte, pero dijo la verdad: «Sí, tú lo has dicho, yo soy Rey». Y le condenaron a muerte.

Piensa:

  • Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.
  • De quien mucho miente, huye la gente.

Aprendemos:

¿Cuál es el octavo mandamiento de la Ley de Dios?
El octavo mandamiento de la Ley de Dios es: No dirás falso testimonio ni mentirás.

¿Qué nos manda el octavo Mandamiento?
El octavo mandamiento de la Ley de Dios nos manda decir la verdad y no levantar falso testimonio contra nadie.

Una historia de la Biblia:

Cuando detuvieron a Jesús en Getsemaní, lo llevaron a la Casa de Anás y caifás. Pedro se quedó en la puerta en el patio calentándose al fuego. La muchacha portera miró a Pedro y le dijo: “¿no serás tú uno de los discípulos de ese hombre?”

― No lo soy, contestó secamente Pedro.

Se sentó bajo el pórtico cuando lo vio otra criada: “Este estaba con Jesús Nazareno.”

― No conozco a ese hombre, negó Pedro con juramento. Huyo al centro del patio con los que estaban delante de la fogata. Uno lo miró y le dijo: “¿no eres tú uno de sus discípulos.”

― ¡No sé lo que dices; no lo soy!, Pedro volvió a negar.

De repente cantó un gallo. Pasaba entonces Jesús por el patio después del juicio ante Caifás y miró a Pedro. Recordó lo que había dicho unas horas antes, salió afuera y empezó a llorar amargamente.

Jesús nos enseña a decir siempre la verdad
Jesús nos enseña a decir siempre la verdad

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Decir siempre la verdad con humildad y valentía.
  • Que nuestro actuar sea sincero.
  • Respetar y defender la fama y el buen nombre de las personas, no hablando nunca mal de nadie.
  • Seguir a Jesús y hablar de Él, sin avergonzamos, a nuestros amigos, porque Jesús es la Verdad.
  • Imitar a Jesús, que nunca mintió.

Lo que me aleja de Dios:

  • Decir mentiras y engañar a mis padres, hermanos, profesores, etc.
  • Acusar o hablar mal de alguien diciendo cosas falsas que no ha hecho o publicando sus defectos.
  • Pensar mal de los demás.

¿Has visto cuánto critica la gente?

Al Señor no le gusta que andemos hablando mal unos de los otros. Son pecados contra el octavo Mandamiento, porque van contra la fama del prójimo:

La calumnia:

  • Decir cosas malas de otro sabiendo que son mentira.

Son pecados contra el octavo Mandamiento, porque van contra la fama del prójimo:

La difamación:

  • Dar a conocer los defectos de los de demás.

El falso testimonio:

  • Declarar en juicio algo que no es verdad.

El juicio temerario:

  • Pensar mal de los demás sin motivo ni fundamento.

Noveno Mandamientos – Bienaventurados los limpios de corazón:

Bienaventurados los limpios de corazón
Bienaventurados los limpios de corazón

Porque verán a Dios.

Tú has visto un cielo sin nubes, tan azul que parece recién pintado. Y un paisaje nevado donde nada ni nadie ha dejado una huella. Y un lago en la alta montaña, de aguas limpias y transparentes. Todo eso es una maravilla.

Pero hay algo más resplandeciente y más bello que todas esas cosas. Es tu alma tal como Dios la dejó el día de tu Bautismo: Sin mancha de pecado, llena de luz y de gracias. Además, por el Bautismo, tu cuerpo y tu alma se han convertido en Templo de Dios. Eres como un Sagrario donde vive Dios. ¿Ves por qué merece tanto respeto nuestro cuerpo?

Ocurre que el cielo, a veces, se cubre de nubarrones, la nieve se mancha con las pisadas y las aguas claras se contaminan cuando en ellas se vierten basuras. ¿Y el alma puede mancharse? Sólo si nosotros queremos. El alma sólo se mancha con el pecado.

Para conservar tu alma limpia, pura, como el cielo sin nubes, como la nieve que nadie ha pisado, todo en ti tiene que ser limpio: tus palabras, tus pensamientos y tus acciones. Así Dios se encontrará muy a gusto dentro de tu corazón.

Aprendemos:

¿Qué nos manda el noveno mandamiento de la Ley de Dios?
El noveno mandamiento de la Ley de Dios nos manda que seamos puros y castos en pensamiento y deseos.

Una historia de la Biblia:

Los judíos de la época de Jesús tenían la costumbre de lavarse muy bien antes de comer y antes de rezar y acudir al Templo; también limpiaban con mucho cuidado los vasos, los platos, etc. Eso estaba muy bien, pero se equivocaban al pensar que eso era lo principal para estar verdaderamente limpio, porque por mucho que nos lavemos, si luego maltratamos a los demás o decimos mentiras, estamos ensuciando nuestra alma.

Jesús se lo explicó con un ejemplo: lo que nos hace puros o impuros no es lo que entra en el cuerpo, sino lo que sale de nuestro corazón. Por eso hay que pedir a Jesús un corazón limpio y puro.

Lo que Dios me propone para ser feliz:

  • Ser puro y limpio en mi corazón y en mi mente.
  • Guardar el pudor en el vestir, en el hablar, en el mirar.
  • Rezar mucho. Solo Dios sabe dar la pureza de corazón. Pidamos ayuda al Espíritu Santo.
  • Amar al prójimo con un corazón puro y fiel.
  • Cuidar la gracia que recibimos en el bautismo, es decir, la vida de Dios en nosotros.
  • Confesamos siempre que lo necesitemos para volver a estar en gracia.
  • Imitar a Jesús, que tenía su corazón en Dios.

Lo que me aleja de Dios:

  • Consentir pensamientos y deseos impuros.

Rezamos con el Salmo:

Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu; devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.

El Mandamiento del Amor:

Que os améis los unos a los otros como yo os he amado.”

Nati y Toni están metidos, muy entusiasmados, en la “Operación kilo” organizada en la Parroquia. Se lo explican a sus padres a la hora de la cena: “Consiste” -dice Toni-, “en pedir a la gente que conocemos que contribuyan con algunos kilos de alimentos para luego repartirlos entre los necesitados.” “” -interrumpe Nati-, “pero tienen que ser alimentos que no se estropeen; por ejemplo, lentejas, judías, arroz, azúcar, etc. Papá, ¿a quién le pedimos?

Empezad por los conocidos: los abuelos, los tíos, vuestros amigos. Podéis decírselo también a los vecinos y los dueños de los comercios del barrio.

Historia de la Biblia – El amor de Jesús a todos los hombres:

Hay una frase en el Evangelio que resume toda la vida de Jesucristo sobre la tierra: Pasó haciendo el bien (Marcos 7,7). Y pasó haciendo el bien porque amó entrañablemente a los hombres, en especial a los más necesitados.

Los Evangelios cuentan muchos milagros de Jesús, que son muestra de su amor a todos los hombres:

  • Acoge a su lado con amor y cura a leprosos, paralíticos, ciegos, endemoniados, etc.
  • Lleno de compasión, resucita al hijo de la viuda de Naím y a la hija de Jairo.
  • Por amor a las gentes que le seguían, multiplicó en dos ocasiones los panes.
El Mandamiento del Amor
El Mandamiento del Amor

San Juan nos cuenta que en la Última Cena deja a sus discípulos el Mandamiento del Amor: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos, si tenéis caridad unos para con otros” (Juan 13, 34-35).

Los primeros cristianos vivieron el Amor. Jesús juzgará nuestra vida según el amor y servicio que hayamos demostrado a los demás.

En el último día, nos dirá:

Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Peino preparado para vosotros. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Os aseguro que cada vez que hicisteis esto con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mateo 25, 34-40).

Aprendemos:

¿Cuál es el Mandamiento nuevo que nos dio Jesús?
Que os améis los unos a los otros como Yo os he amado.

¿Cómo juzgará Jesús nuestra vida?
Según nos enseñó en la parábola del Juicio Final, Jesús juzgará nuestra vida según el amor y servicio que hayamos demostrado a los demás.

Piensa:

  • Haz bien y no mires a quien.
  • Hoy por ti, mañana por mí.
  • Un grano no hace granero.

Rezamos con San Francisco:

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Donde hay odio, que lleve yo Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo perdón. Donde haya discordia, que lleve yo Unión. Donde haya duda, que lleve yo Fe. Donde haya error, que lleve yo Verdad. Donde haya desesperación, que lleve yo Alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo Luz.

El pecado

El pecado nos aparta de Dios: A veces sentimos la tentación de hacer el mal, de no amar a Dios y dejamos de seguir sus enseñanzas. Recordarás que eso fue lo que les pasó a Adán y Eva en el Paraíso cuando les tentó la serpiente y desobedecieron a Dios. Así cometieron el pecado original con el que nacemos todos.

Con frecuencia hacemos obras buenas: obedecemos a nuestros padres, ayudamos a los demás, rezamos, trabajamos, etc. Pero también, en otros momentos, nos portamos mal y pecamos.

Pecar es decir “no” a Dios, no hacerle caso.

El pecado nos aparta de Dios, pero él es tan bueno que nos perdona: con el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación nos da su perdón y su amistad.

El pecado original

Dios dio a Adán y a Eva muchos regalos: Los hizo amigos suyos. Estos regalos eran para todos los hombres del mundo. Entonces les dijo: “Mirad todos los árboles del paraíso.” Allí había manzanos, perales, melocotoneros, etc.

De todos esos frutos podéis comer; pero de este árbol que hay en el centro del paraíso, ¡no comáis!; pues, si coméis, moriréis.” Adán y Eva pensaron que eso era muy fácil.

– “Dios no quiere que seáis como Él. Come tú y Adán, veréis que Dios os engaña.” Adán y Eva desobedecieron a Dios porque comieron del fruto prohibido. La serpiente los engañó. Por no haber obedecido, ahora todos los hombres lo pasan mal en el mundo y sufren mucho… y al final mueren. Nuestros primeros padres introdujeron así en el mundo el dolor, las enfermedades, las riñas y todas las cosas malas.

Como nuestros primeros padres dijeron que no a Dios, vino un Ángel con una espada de fuego al Paraíso, y les echó de aquel lugar tan hermoso y bonito. Ahora tendrán que sufrir mucho: los animales ya no les obedecerán, ni les servirán, tendrán dolores, enfermedades, llorarán, se cansarán al trabajar… y al final morirán. Todo eso les ha venido porque han desobedecido a Dios.

Los primeros hijos de Adán y Eva se llamaban Caín y Abel. Abel era un pastor que cuidaba su rebaño de ovejas. Con frecuencia, daba gracias a Dios porque le aumentaba de día en día el número de corderitos. Levantaba una mesa, ponía leña en ella, la encendía y luego quemaba en la hoguera un corderito, el mejor que tenía, y lo ofrecía a Dios. Dios aceptaba su sacrificio y quedaba muy contento de Abel. Caín, su hermano, se dedicaba a cultivar los campos. En ellos sembraba trigo, maíz…, y tenía árboles frutales. Caín también ofrecía a Dios cosas del huerto. Pero Dios prefería a Abel. Por eso, Caín tenía tanta envidia a su hermano que se moría de pena.

Un día salieron los dos juntos al campo: Abel a cuidar sus ovejas y Caín a cultivar su huerto. Cuando estuvieron lejos de su casa y Caín creía que no les veía nadie, se abalanzó contra su hermano y lo mató. Pero Dios veía a Caín cuando mató a Abel, porque Dios lo ve todo.

A veces nos enfadamos unos con otros. Eso no está bien, porque no agrada a Jesús. Por eso, siempre que hagamos una cosa mal le diremos a Jesús: “¡Jesús, Tú eres bueno! ¡Perdóname!

Cómo agradamos a Dios

  • Ayudamos a los demás.
  • Les consolamos cuando están tristes.
  • Los visitamos cuando están enfermos.
  • Debemos hacer muy bien nuestros trabajos para que sean agradables a dios. Y debemos ofrecerle a Él todo. Jesús nos enseñó a hacerlo así.
  • Rezamos en casa y en la iglesia.

Nos portamos mal

A menudo, no hacemos lo que nos enseña Jesús. Nos dejamos llevar por el egoísmo y el capricho y nos hacemos daño. Tú sabes que no siempre nos portamos bien. A veces somos malos porque nos portamos mal. Entonces ofendemos a Dios y disgustamos a los demás. Eso es pecado.

  • “No lleguéis tarde”
  • “Tomad el bocadillo del almuerzo”
  • “Hace frío, poneos el abrigo”

Ana y Fran suelen obedecer los consejos de su madre. Pero a veces uno de los dos se despista un poco por estar pensando en otra cosa. Es sábado por la mañana. Ana y Fran se han quedado solos en casa, pues tienen que preparar la próxima evaluación que comienza el lunes. Sus padres les han animado a aprovechar bien el tiempo que tienen hasta el mediodía. Pero ni a Ana ni a Fran les apetece estudiar.

Cuando llegan sus padres tratan de excusarse. Pero su padre les muestra su gran disgusto: “Habéis faltado a la confianza que mamá y yo tenemos en vosotros. Y, además de no estudiar, nos habéis desobedecido”.

Está mal hacer trampas en el juego. Ana ha roto un jarrón por un descuido, pero no lo dice y esconde los trozos rotos. Fran estaba aburrido. No sabía qué hacer. Se puso a curiosear en el armario de su padre y cogió un frasco de cristal. Lo agitó para ver cómo hacía espuma, se le resbaló de las manos y se rompió. Todo quedó empapado. Cuando llegó su padre, fue valiente y contó todo. Su padre le dijo: “Has hecho mal, pero te perdono. No vuelvas a hacerlo”. Y le dio un abrazo muy fuerte.

Jesús también nos perdona si somos valientes y sinceros.

El pecado nos aparta de Dios

El pecado nos aparta de Dios
El pecado nos aparta de Dios

Dios creó muchos ángeles para que fueran mensajeros suyos. Muchos quisieron amar a Dios y serle obedientes para siempre, pero muchos otros se rebelaron y no quisieron servir a Dios. El arcángel Miguel, con los ángeles buenos expulsaron a satanás y los ángeles malos de la presencia de Dios, porque los que no quieren al Señor no pueden estar en el Cielo. Los demonios fueron castigados para siempre.

El ángel llamado satanás, porque es enemigo del hombre, tentó a Jesús para que fuese desobediente a su Padre Dios. También busca engañar a los hombres para que no queramos a Dios ni sigamos sus enseñanzas.

El rico Epulón negaba al pobre Lázaro hasta las migajas que caían de su mesa. Así no hacía la voluntad de Jesús, que nos enseña compartir con los más necesitados. Cuando murió, Epulón fue condenado a estar apartado eternamente de Dios.

Judas, uno de los doce Apóstoles robaba del dinero que era de todos ellos para sus necesidades. Como no confesó su pecado a Jesús, cada día se apartaba más de Él y de todos los discípulos. Finalmente decidió dejar de ser amigo de Jesús y entregarlo a sus enemigos, que lo mataron.

Jesús nos cura perdonando nuestros pecados y volvemos a ser amigos de Dios.

Jesús nos perdona

Cuando Jesús estaba clavado en la Cruz, los soldados se burlaban de Él y muchos le insultaban. Entonces, Jesús dijo a su Padre: “Padre, perdónalos…”

Junto a Jesús, había dos cruces con dos ladrones. Uno de ellos, arrepentido de sus pecados, le dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Jesús le dijo: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

Jesús nos perdona cuando estamos arrepentidos.

Antes de ser crucificado, Jesús fue cogido prisionero. Pedro estaba junto a la hoguera. De pronto una mujer le acusó. Pedro, lleno de miedo, negó con juramentos que conociera a Jesús. Un gallo cantó. Y, saliendo fuera, Pedro lloró amargamente por haber traicionado a Jesús. Pedro se arrepintió de su pecado. Y Jesús lo perdonó.

El hijo perdonado

Para que entendiéramos bien el perdón de Dios, Jesús contaba a sus amigos la parábola del hijo pródigo:

Un hombre tenía dos hijos; el pequeño le dijo un día: “padre, dame mi parte de la herencia”. Y se fue. Emigró a un país lejano, y allí gastó toda su fortuna viviendo de mala manera.

Cuando lo gastó todo, no tuvo más remedio que ponerse a cuidar cerdos. Entonces se acordó de su padre y decidió: “volveré a casa de mi padre” Y volvió arrepentido.

Su padre le vio regresar y le abrazó y le llenó de besos. Él le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Y el padre celebró una fiesta.

Fran se ha enfadado mucho porque no le dan un capricho que pide. Y ha tirado al suelo una mesita. Cuando han llegado sus padres, han visto los trozos rotos del jarrón en el suelo. Cuando Fran estaba más sereno, ha contado a sus padres lo ocurrido y ha pedido perdón.

Como está verdaderamente arrepentido, lo han perdonado y Fran ha dado un fuerte abrazo a sus padres lleno de alegría.

Jesús lee en nuestro corazón y nos espera para que le pidamos perdón. Entonces se alegra mucho, porque volvemos a ser sus amigos y puede darnos todo lo que nos ha prometido.

Jesús busca a los pecadores

Jesús es como un buen pastor que quiere a sus ovejas. Si alguna se pierde, la busca hasta que la encuentra y lleno de alegría la pone sobre sus hombros y corre a contar a sus amigos que ha encontrado la oveja perdida.

Jesús nos perdona cuando nos hemos portado mal y le pedimos perdón

Un día unos hombres le presentaron a Jesús a un paralítico para que lo curase. Jesús miró con amor al paralítico y le dijo: “Tus pecados te son perdonados”. Los fariseos decían: “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” Jesús para demostrar que tenía poder para perdonar los pecados curó al paralítico.

En otra ocasión, estaba Jesús descansando junto a un pozo mientras los discípulos iban a buscar algo de comer a la ciudad. Estando allí vino una mujer a sacar agua. Jesús le pidió que le diera de beber. Ella le dijo: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana?” Jesús habló con ella para enseñarle que venía a salvarnos. La mujer samaritana reconoció sus pecados y corrió al pueblo a contar todo.

Jesús perdonaba a todo el que se acercaba a Él con arrepentimiento. Así nos enseñó qué grande es la misericordia de Dios con todos los pecadores.

El sacramento del perdón

El el Bautismo los cristianos recibimos la “vida nueva”, o sea, la gracia de ser hijos de Dios.

Jesús dijo a los Apóstoles: “Recibir el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados”.

Sólo Jesús tiene el poder de perdonar los pecados. Por eso dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”.

Y Jesús quiso que también pudieran perdonar los pecados los sucesores de los Apóstoles.

La Iglesia, por medio de los sacerdotes, perdona los pecados en el sacramento de la confesión. La Confesión nos devuelve la amistad con Dios. Nos perdona los pecados. Nos da la gracia para luchar para ser mejores,… y nos devuelve la paz de la conciencia.

Cómo confesarse

Un buen día Nati se puso muy enferma. Le dolían mucho la cabeza y el estómago. Sobre todo la cabeza, pues le parecía que le iba a estallar de un momento a otro.

No te preocupes –le dijo su madre– enseguida vendrá el médico”. En efecto, al cabo de un rato llegó el doctor. Era muy simpático. Lo primero que le preguntó fue dónde le dolía. Nati se lo explicó con pelos y señales; le dijo toda la verdad y nada más que la verdad. El médico le recetó una medicina y al cabo de dos días ya estaba completamente curada.

Cómo recibir el sacramento de la Penitencia: En la confesión, nuestro Padre Dios nos recibe cuando nos acercamos arrepentidos de nuestros pecados.

Tú debes prepararte muy bien para recibir este Sacramento. Por medio de él, Jesús nos perdona los pecados cometidos después del Bautismo. Es un Sacramento maravilloso que nos purifica y nos da fuerzas para ser mejores cristianos, amando más a Dios y a los demás. En él nos reconciliamos con la Iglesia.

Para confesarnos bien debemos:

  1. Hacer el examen de conciencia con sinceridad para descubrir y reconocer nuestros pecados.
  2. Tener dolor de los pecados, arrepintiéndonos sinceramente de ellos.
  3. Tener el propósito de la enmienda. O sea, hacer el propósito de no pecar y de portarnos bien con Dios y los demás.
  4. Confesar nuestros pecados al sacerdote, que representa a Dios, y recibir el perdón.
  5. Cumplir la penitencia que nos imponga como reparación de nuestras faltas.

Tiempos Litúrgicos

A lo largo del año, la Iglesia va celebrando la vida de Jesús, desde su nacimiento en Belén, hasta su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión a los cielos. Se llama Año litúrgico a la celebración que hace la Iglesia en la Liturgia de los principales misterios de la vida de Jesús.

Año litúrgico

A lo largo del año, la Iglesia celebra la vida de Jesús:

Desde su nacimiento en Belén,…

hasta su Pasión, Muerte,…

Resurrección y Ascensión a los cielos.

Como sabes, el año natural se divide en 12 meses. El año litúrgico se divide sólo en 6 tiempos. Durante ellos los cristianos damos la vuelta a la vida de Jesús. Esos tiempos se llaman así:

  • Tiempo de Adviento
  • Tiempo de Navidad
  • Tiempo de Cuaresma
  • Triduo Pascual
  • Tiempo de Pascua
  • Tiempo Ordinario

Tiempo de Adviento

Tiempo de Adviento
Tiempo de Adviento

El TIEMPO DE ADVIENTO son las cuatro semanas anteriores a la Navidad. Es un tiempo de preparación y espera gozosa ante la venida de Jesús, que viene a salvarnos. Preparadle el camino del Señor. Dios nos invita a la conversión, a que abandonemos el camino malo y sigamos su camino.

Los profetas anunciaron que algún día Dios enviaría un Salvador, el Mesías prometido:

  • Nacerá en Belén” – dijo el profeta Miqueas.
  • Una Virgen dará a luz un hijo” – dijo el profeta Isaías.
  • Como cordero será llevado al matadero y no abrirá boca” – dijo Isaías. Y así muchas profecías más.

Cuando se acercaba el tiempo de que Jesús empezara a predicar el Evangelio, apareció Juan para anunciarlo. “Preparad los caminos del Señor”.

Durante este tiempo acompañamos a la Virgen María y a san José, que también sabe que Jesús va a nacer. Es un tiempo de esperanza. Para preparar nuestro corazón y que venga a él Jesús, podemos decirle muchas veces:

Ven, Señor, Jesús

Tiempo de Navidad

Hace mucho tiempo vivía en la ciudad de Nazaret una joven llamada María. Un día, María recibío la visita de un ángel, Gabriel.

José estaba prometido con María. Una noche un ángel del Señor se le apareció en sueños.

Un decreto de Cesar Augusto obliga a todas las personas del Imperio a censarse en su lugar de nacimiento. María y José emprendieron un viaje largo y difícil hacia Belén.

Dejadme acompañaros hasta Belén

Cuando María y José llegaron a Belén, no encontraron dónde hospedarse. La ciudad estaba llena de visitantes. El único lugar que encontraron fue un establo detrás de una posada.

Jesús, toma como cobijo mi pobre corazón

María y José encontraron el establo. Esa noche, María dió a luz un niño al que llamó Jesús. Lo envolvió en pañales y le colocó en el pesebre. Una estrella comenzó a brillar para que todo el mundo la viera.

En las afueras de Belén, los pastores cuidaban de sus rebaños esa noche. De repente, se les apareció un Ángel del Señor.

Poco después del nacimiento de Jesús, tres REYES MAGOS de Oriente siguieron una lejana estrella. Durante un sueño, a uno de ellos se le había dicho que siguiera esa estrella porque les llevaría hasta un nuevo Rey.

Cuando los tres REYES MAGOS llegaron a Judea, fueron ante el Rey Herodes y le contaron que un nuevo Rey acababa de nacer. El Rey Herodes se puso muy celoso, porque él era el Rey.

Los REYES MAGOS de Oriente continuaron su viaje, siguiendo la estrella hasta llegar a Belén. Encontraron al Rey recien nacido en un establo.

Los tres REYES MAGOS entraron en el establo y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Y luego, habiendo sido avisados en un sueño de que no hablaran con el Rey Herodes regresaron a su país por otro camino.

Maria guardó como un tesoro todo lo sucedido, y recapacitó sobre ello. Y en el cielo, la estrella de David brillaba resplandeciente sobre un pequeño establo en la ciudad de Belén.

Jesús, María y José, que esté siempre con los tres

Tiempo de Navidad
Tiempo de Navidad

Tiempo de Cuaresma

Cuando se acercaba el tiempo de que Jesús empezara a anunciar el Evangelio, apareció un hombre que iba delante de él.

Juan iba vestido de pieles de camello y sólo comía lo que encontraba en el desierto. Predicaba: “Preparad los caminos del Señor.”

Tiempo de Cuaresma
Tiempo de Cuaresma

Acudían muchos a escucharlo y se arrepentían de sus pecados. Juan los bautizaba en el río. Jesús también acudió desde Nazaret al río Jordán para ser bautizado por Juan.

Luego Jesús se retiró al desierto durante cuarenta días para ayunar y hacer penitencia. Allí fue tentado por el diablo.

El tiempo de cuaresma es un tiempo de conversión y penitencia. Comienza el miércoles de ceniza y dura cuarenta días.

Miércoles de Ceniza: Los cristianos recibimos en la frente o en la cabeza el signo de la ceniza al comienzo de la Cuaresma.

Las cenizas: En la procesión del domingo de Ramos se bendicen las palmas y ramos de olivo con los que acompañamos a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén. Algunas palmas y ramos los guardamos para quemarlos el año siguiente. Así obtenemos la ceniza, que –después de bendecida – nos imponen al inicio de la Cuaresma.

soy polvo y ceniza”: En la primera página de la Biblia se nos cuenta que “Dios formó al hombre con polvo de la tierra”. Eso es lo que significa el nombre de “Adán”. Dios le recuerda entonces que será polvo de la tierra, “pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19).

Significa que somos nada comparados con el Creador. Pero Abrahán decía: “Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor” (Gn 18,27).

Actitud de humildad:

“Humildad” viene de humus: “tierra”: “polvo y ceniza son los hombres” (Si 17,32).

La ceniza significa también el sufrimiento, el luto, el arrepentimiento. Es, pues, signo de dolor y de penitencia. Al recibir la ceniza muestro a los demás que quiero hacer penitencia por mis pecados.

Jesús se retiró a orar al desierto:

El desierto es un lugar despoblado, seco, donde casi no hay vegetación y falta el agua. Jesús fue a orar y ayunar. Significa: abandono y soledad exterior e interior, para encontrarse con Dios. Jesús quiso preparar así su ministerio público.

Espacios de silencio y soledad:

El “desierto” requiere el coraje de los humildes, de los que no tienen miedo de volver a empezar… Cada cristianos debe buscar cada día espacios de silencio y soledad para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios y descubrir que estamos lejos de lo que Dios espera sobre nosotros.

Los cuarenta días:

Moisés y Elías estuvieron cuarenta días en el desierto. Israel cuarenta años, en peregrinación hacia la tierra prometida. Significa: tiempo de la prueba a la que Dios somete al pueblo. Es también “hoy”: tiempo propicio para escuchar la voz de Dios y no endurecer el corazón. Nuestro trato con Dios necesita un “espacio” adecuado (el desierto como lugar de silencio), y un “tiempo” oportuno y concreto, “suficiente” para escuchar, a través de nuestra conciencia, su voz de Padre que corrige y consuela a la vez.

El ayuno:

Junto con el desierto y la oración, el ayuno nos ayuda a hacer penitencia, para revisar nuestra vida y buscar sinceramente a Dios. Los que se retiran al desierto para encontrarse con Dios, ayunan. El ayuno es abstenerse de comida y bebida. Es símbolo y expresión de una renuncia a todo lo que nos impide realizar en nosotros el proyecto de Dios.

Ayunar es también: hablar menos, no gastar en cosas innecesarias o caprichos, trabajar mejor, ayudar a los demás, etc. Va unido a la limosna, a ser generosos con los demás. Si ayunáramos sólo para sufrir o demostrar que somos fuertes, estaríamos desvirtuando su verdadera finalidad.

Con la Cuaresma dedicamos 50 días a preparar la Pascua de Jesús.

Santa Misa

El Señor resucitado, presente en el altar, se ofrece a Dios Padre, con toda la Iglesia, bajo las apariencias del pan y del vino, es decir, bajo los signos de un alimento y de una bebida. El Cuerpo eucarístico de Cristo y su Sangre están realmente destinados a ser recibidos por los cristianos como comida y bebida espirituales.

Jesús es nuestra Pascua

Jesús es nuestra Pascua
Jesús es nuestra Pascua

En el Antiguo testamento: Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, ofreció a Dios Pan y vino, figuras de la Eucaristía.

Dios dio a Abraham un hijo tal como le había prometido: Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac para probar así su fidelidad. Pero un ángel enviado por Dios lo detuvo. El Sacrificio de Isaac prefigura el sacrificio de la cruz, que se hace presente en cada Eucaristía.

Los descendientes de Israel vivían como esclavos de los egipcios: Pero Dios quiso liberarlos y darle la tierra prometida a Abraham. Dios mandó que sacrificaran un cordero y lo comieran al atardecer y que con su sangre untaran la parte superior de las puertas. Así fueron librados de la plaga que Dios mandó a los egipcios. Un ángel quitó la vida a todos los primogénitos. La sangre del cordero prefigura la sangre de Jesús derramada por nosotros que se hace presente en cada Eucaristía.

El pueblo de Israel fue salvado de la esclavitud de Egipto. Cada año lo celebra en la fiesta de la Pascua. Jesús, en la Nueva Pascua, que es su Muerte y Resurrección, trajo la salvación para todos. Esta Nueva Pascua se hace presente en cada Eucaristía.

Dios alimentó a su pueblo en el desierto con una comida milagrosa: Cada mañana, Dios hacía caer del cielo un alimento que sustituía al pan. Los israelitas llamaban a este alimento maná. El maná era un claro anuncio del don de la Eucaristía, alimento de nuestra vida espiritual.

Jesús quiso celebrar la Pascua con sus discípulos en la Última Cena. El cordero sacrificado en el templo fue sustituido por Jesús: Él es el Cordero de Dios sacrificado por nosotros en la Nueva Pascua. Jesús entrega su vida para salvarnos de la esclavitud del pecado.

Jesús nos promete la Eucaristia

Jesús multiplica los panes: Un niño ofreció a Jesús cinco panes y dos peces para dar de cómo a la multitud. Jesús los bendijo y los dio a los Apóstoles para que los repartieran. Comieron miles de personas y recogieron doce cestos de sobras.

Los milagros de Jesús manifiestan su poder: Después de los milagros, los discípulos pueden entender que quien tiene poder para multiplicar los panes, curar enfermedades incurables o caminar sobre las aguas, tiene también poder de convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre.

Jesús nos promete la Eucaristia
Jesús nos promete la Eucaristia

Después de multiplicar los panes, Jesús promete la Eucaristía: Jesús explica que Dios alimentó a los judíos en el desierto mandándoles el maná. Ellos se alimentaron cuando atravesaban el desierto, pero después murieron.

Jesús promete la Eucaristía: Entre otras cosas nos dice: “El pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (Jn 6, 51-55).

Jesús hablaba de presencia real:

Las palabras de Jesús no se pueden entender de modo simbólico: los que escuchaban pensaron que aquello no podía ser verdad y se quejaron: “Estas palabras son muy duras… ¿cómo puede este darnos a comer su carne?.”

Jesús no hablaba de modo simbólico, sino de presencia real: Por eso Jesús no dijo cuando los judíos se escandalizan: “me habéis entendido mal”, sino que repite lo que ya había dicho. Fue tan claro que muchos lo abandonaron.

¿También vosotros queréis iros?

Jesús prefería que lo abandonasen antes que cambiar nada de lo que había dicho.

Pedro y los otros apóstoles, aunque no lo comprendían, se fiaron completamente de Jesús.

La última Cena

Jesús quiso celebrar la Pascua con sus discípulos. La Pascua era la fiesta más importante de los judíos. Todos iban a Jerusalén para celebrarla con sus familiares y amigos. Jesús mandó que prepararan todo lo necesario para poder celebrar la Pascua. Debían preparar el cordero y sacrificarlo en el Templo. Además, eran imprescindibles el pan sin fermentar, el vino con un poco de agua, las hierbas amargas… Todo como Dios les indicó en Egipto y venían celebrando los judíos para recordar la salvación de la esclavitud y la Alianza que hicieron en el desierto con Dios.

“Que os améis unos a otros como yo os he amado”:

Antes de cenar, Jesús se ciñó una toalla y limpió los pies de cada uno. Así nos quiso enseñar cómo debíamos servirnos y querernos los cristianos: cómo Él nos amó.

Jesús instituye la Eucaristía:

Jesús tomó el pan, lo bendijo, dio gracias a su Padre, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed: esto es mi cuerpo.” Después tomó el cáliz con el vino y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y bebed de él: este es el cáliz de mi sangre.” Cáliz significa copa.

Jesús hablaba de presencia real:

Jesús nos enseñaba: esto que tengo en mis manos, que antes era pan, ahora es mi Cuerpo y, del mismo modo, este cáliz que tengo en mis manos, que antes contenía vino, ahora contiene mi sangre.

La Eucaristía es el pan bajado del cielo:

Jesús nos alimenta con su Cuerpo y nos da vida sobrenatural. Cuando comemos alimentos, los asimilamos y los convertimos en parte de nuestro cuerpo, pero cuando comemos a Jesús, nos convertimos de modo misterioso -real, pero incomprensible para nosotros- en Él.

Qué pasó en la última Cena

Jesús hace milagros: Sólo Jesús tiene poder para convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre. Pero ¿cómo lo hace Jesús? Jesús hace que el pan y el vino desaparezcan, porque en su lugar están ahora el Cuerpo y Sangre de Jesús. Y el sacerdote… ¿que hace? El sacerdote presta su voz y sus manos a Jesús, que es quien realiza el milagro de la Santa Misa.

Del pan y el vino solo quedan las apariencias. En la Eucaristía la sustancia del pan y del vino se convierte en el Cuerpo y la sangre de Jesús. Pero las apariencias del pan y del vino permanecen. Significa que no cambia el tamaño del pan, ni el color, ni el olor, ni el sabor, porque estos son apariencias.

La consagración:

Cuando el sacerdote ha terminado de decir Esto es mi Cuerpo, ya no hay pan, y en su lugar está el Cuerpo del Señor. Y cuando ha terminado de decir Este es el cáliz de mi Sangre, ya no hay vino, y en su lugar está la Sangre del Señor. Esto no significa que el Cuerpo y la Sangre del Señor queden separados. Donde está el Cuerpo o la Sangre del Señor, allí está todo entero.

Jesús está todo entero en la Eucaristía:

Eso significa que Jesús está en la Eucaristía con su Cuerpo, con su alma, con su Sangre y su divinidad. Igual que está en el Cielo junto a su Padre, el Espíritu Santo, la Santísima Virgen, san José y los santos.

La transustanciación:

Llamamos transustanciación al milagro mediante el cual Jesús convierte el pan y el vino en el mismo Jesús que está en el Cielo. Jesús no cambia ni deja el cielo. Sino que hace el milagro por el cual al decir el sacerdote las palabras de la Consagración, empieza a estar en lo que era pan y vino, que dejan de ser pan y vino para ser Jesús.

¿No es maravilloso que Jesús esté con nosotros y se quede en el Sagrario? Mientras permanecen las apariencias del pan y del vino, allí permanece Jesús.

Señor Jesús, Límpiame, a mí inmundo, con tu sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero

Qué es la Santa Misa

Crucifixión de Jesús
Crucifixión de Jesús

La Santa Misa es la Eucaristía considerada como sacrificio. ¿Qué es un Sacrificio? la destrucción de una cosa para manifestar que Dios es el Señor, Dueño de todo.

En un sacrificio un sacerdote ofrece a Dios una cosa: El sacerdote ofrece el sacrificio en nuestro nombre, y como signo de sumisión a Dios, de agradecimiento, de arrepentimiento por nuestros pecados y petición de ayuda.

El sacrificio del cordero: Dios quiso que cada año se sacrificara un cordero para celebrar la fiesta de la Pascua en recuerdo de la liberación de Egipto.

La Pascua judía: El pueblo judío celebraba anualmente su liberación de la esclavitud de Egipto en la cena pascual.

La Última Cena de Jesús: Jesús quiso, antes de pasar de este mundo al Padre, reunirse con sus Apóstoles en una última cena.

Jesús instituye la Eucaristía: En esta Cena, Jesús explica que Él es el Cordero de Dios que será sacrificado por todos nosotros para liberarnos del pecado. El vino es su sangre derramada por nosotros.

La Santa Misa es un sacrificio:

Crucifixión de Jesús
Crucifixión de Jesús
  • Los sacrificios antiguos los ofrecía un sacerdote.
  • Jesús es el Sacerdote que ofrece su sacrificio.
  • En el Antiguo testamento la víctima ofrecida era el cordero.
  • En la Misa, Jesús es la víctima (lo que se ofrece a Dios).

El sacrificio cruento de la cruz es el mismo sacrificio (no cruento) que se realiza en la Santa Misa. El sacrificio de la cruz es el sacrificio fundamental y central de toda nuestra religión cristiana. Sustituye y elimina todos los sacrificios que se ofrecían en el antiguo Testamento, antes de la venida de Jesús.

Al participar de la Santa Misa, recibimos el fruto de la Pasión del Señor. Jesús no vuelve a morir cada vez que se celebra la santa Misa, ni vuelve a padecer todos los tormentos de su Pasión. Su única Pasión y Muerte se hacen presentes aquí y ahora, pero no se repiten.

Crucifixión de Jesús
Crucifixión de Jesús

En la Misa También se hace presente la Resurrección de Jesús. Por eso en la Santa Misa decimos:

Anunciamos tu Muerte,
proclamamos tu Resurrección,
ven Señor Jesús.”

  • Anunciamos tu Muerte” significa que la Misa es el memorial de la Muerte de Jesús en la cruz.
  • Proclamamos tu Resurrección”, significa que Jesús resucitado es quien celebra la Santa Misa.
  • Ven Señor Jesús” significa que esperamos la segunda venida del Señor al final del mundo. Mientras tanto, Jesús está presente en la celebración de la Misa hasta el fin de los tiempos.

El domingo

Los primeros cristianos celebraban la Misa el domingo. Los Hechos de los Apóstoles y san Pablo nos cuentan como los primeros cristianos se reunían el domingo para celebrar la Eucaristía.

La misa es una necesidad: Cuando las autoridades prohíben celebrar la Misa del domingo, entonces no se celebra en la iglesia, sino en casas privadas.

Durante la persecución romana, en el año 250… Los soldados romanos detuvieron a un grupo de cristianos porque estaban celebrando la Santa Misa.

El juez interrogó a Emérito: “¿Tú has dejado tu casa?

— Sí, lo he hecho.

Y el juez dijo: “Deberías haberlo impedido.”

Emérito respondió:

— Yo no quería impedirlo, porque nosotros porque nosotros no podemos vivir sin la Eucaristía del domingo.

¿nosotros somos sólo espectadores? No, somos también actores. Sólo el sacerdote consagra, pero todos los fieles que participan en la Santa Misa se unen a él para ofrecer al Padre el Cuerpo y la Sangre de Jesús. El sacerdote habla en plural: “Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.”

Un día de Pascua: Pasado el sábado, al salir el sol del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Un ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: “Sé que buscáis a Jesús, el Crucificado. No está aquí: ha resucitado” (Mt 28,1 ss.).

La palabra domingo significa día del Señor. Se usó este nombre porque Jesús, el Señor, resucitó el primer día de la semana.

El domingo celebramos la Pascua: A los cristianos se nos convoca a reunirnos en la Misa para celebrar el misterio de nuestra fe: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.”

Asistir a la Misa es nuestro deber. Cada domingo nos llaman a ella las campanas. En cada fiesta grande nos llega su voz.

La Eucaristía es una fiesta

¿es una fiesta o un sacrificio? La Misa es un sacrificio: es la Muerte de Cristo en la cruz para expiar por nuestros pecados. Pero es también una fiesta maravillosa por muchas razones.

En la Misa también celebramos la Resurrección de Jesús. ¿Cómo no vamos a estar contentos si Jesús ha resucitado?

La Eucaristía es la gran fiesta cristiana. Jesús instituyó la Eucaristía durante la gran fiesta de los judíos: la Pascua; y así nos da a entender que la Eucaristía es la gran fiesta cristiana. Que sustituye a la Pascua judía.

Dios nos habla: En las lecturas de la Misa Dios nos habla. Escucharle nos da alegría.

En la Misa nos reunimos con Jesús. Nos alegra estar todos juntos rezándole y cantándole a Dios. Además, también están el Padre y el Espíritu Santo, la Santísima Virgen, los ángeles, los santos del cielo, las almas del Purgatorio, todos y todas las criaturas.

Los sacrificios no son una cosa triste. Los sacrificios son como un regalos que le hacemos a Dios, y un regalo siempre se hace con amor y con alegría. Es una fiesta agradecer, adorar, alabar a Dios… y saber que nos perdona nuestros pecados. Jesús se entrega por nosotros con alegría.

¡Qué alegría cuando me dijeron… ! Por eso me doy prisa para no llegar tarde. Jesús me espera en el altar. No me importa si tengo que levantarme pronto… porque la alegría de participar en la Misa y de recibir a Jesús es mi mayor tesoro.

El Domingo

Los hijos de Dios celebramos el día del Domingo en familia: en primer lugar asistiendo a la Santa Misa, que es la reunión de la familia de Dios; y con nuestra familia, descansando del trabajo y visitando a los enfermos y personas mayores.

Dios crea al hombre

Dios crea al hombre
Dios crea al hombre

El hombre desea conocer la verdad sobre Dios, el mundo y sobre sí mismo. En la Biblia encontramos la respuesta.

La Biblia nos enseña que Dios creó todas las cosas de la nada. Después de crear el mundo, dijo Dios: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.

La Biblia nos cuenta que cada hombre ha sido creado para tener un trato especial con Dios: Es hijo de Dios.

El séptimo día descansó de todo lo que había hecho, y lo santificó: lo convirtió en un día sagrado. Por eso el sábado era para el pueblo de Israel un día santo para dar culto a Dios.

Estoy siempre contento porque mi Padre Dios me ama y me cuida

El hombre da culto a Dios

Quiero dar siempre gracias a Dios

Desde el principio de la Creación, el hombre ha ofrecido sacrificios a Dios en reconocimiento de su soberanía sobre todas las cosas y para darle gracias:

  • Abel ofrecía a Dios lo mejor de sus rebaños.
  • Noé ofreció a Dios un sacrificio de acción de gracias después del diluvio.
  • Abraham obedeció a Dios cuando le pidió el sacrificio de su único hijo Isaac…, figura de Jesucristo que murió en la Cruz.
El hombre da culto a Dios
El hombre da culto a Dios

Israel celebra la Pascua

Me acuerdo siempre de los favores de Dios

Israel es el pueblo escogido por Dios para que de él nazca el Mesías. Moisés fue liberado de las aguas por la hija del faraón. Antes de la huída de Egipto, Dios manda a los israelitas celebrar la Pascua, que significa paso de Dios, sacrificando un cordero de un año sin ningún defecto.

Mientras caminan por el desierto, Dios alimenta a su pueblo con el maná, que es figura de la Eucaristía.

Jesús, deseo recibirte en el pan de la Eucaristía

Jesús es nuestro modelo

Jesús es nuestro modelo
Jesús es nuestro modelo

El primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas

El Evangelio nos habla de que Jesús iba los sábados a la sinagoga.

Cuando tenía doce años subió con sus padres, María y José, al templo de Jerusalén. Entonces nos enseñó que lo primero es cumplir nuestros deberes con Dios.

Jesús, quiero hacer lo que tú quieras, pero me cuesta ¡Ayúdame!

Jesús celebra la Pascua

Yo también soy amigo de Jesús

Jesús, durante su vida celebraba la Pascua con su familia y con sus amigos.

Antes de morir en la Cruz, el Jueves Santo, quiso celebrar la Pascua con los Apóstoles.

Acabada la cena, tomó el pan y dijo: “Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros.” Después tomó la copa de vino y dijo: “Este es el cáliz de mi Sangre.” Y mandó a los Apóstoles que lo repitiesen en memoria suya.

El Viernes Santo, Jesús ofreció su vida por nosotros en la Cruz.

Jesús, muchas gracias por haber querido quedarte en la Eucaristía

Cada vez que vaya a Misa recordaré tus palabras: “Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre.”

Los primeros cristianos

Después de la marcha de Jesús al Cielo, los apóstoles y los primeros cristianos se reunían el domingo para celebrar la Resurrección del Señor participando de la Santa Misa.

¡Jesucristo ha resucitado! Es el gran mensaje cristiano, el motivo más profundo de alegría.

Durante las persecuciones, cuando los cristianos eran martirizados… Asistían a la Misa con esfuerzo y peligro para su vida…

Jesús, cuando el sacerdote celebra la Misa, reza por todas las familias y también por la mía.

El domingo es un día sagrado -que quiere decir dedicado a Dios- porque celebramos la resurrección del Señor.

Para el pueblo de Israel el sábado era un día sagrado y de descanso Los cristianos celebramos el domingo. Los cristianos nos sabemos hijos de Dios y miembros de su familia.

Domingo quiere decir día del Señor.

Celebramos el día del Señor

La Santa Misa es la oración más importante. Los cristianos se reúnen en la iglesia para celebrar el día del Señor. La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios.

En la Misa, los cristianos ofrecen -en nombre de Jesús- el sacrificio de la Cruz. Celebramos la Santa Misa en ciudades, en los pueblos grandes y en los pequeños de la montaña.

El día del Señor, los cristianos se reúnen en la casa de Dios para celebrarlo, que quiere decir hacer una fiesta.

Jesús, voy a la iglesia para rezar y hacerte compañía”

El Domingo nos reunimos con la familia

El domingo es día para la solidaridad cristiana:

  • Significa que debemos practicar obras de caridad con los más necesitados.

  • Con la familia y los amigos disfrutamos de la naturaleza.
  • Descansamos cuando nos preocupamos de los demás. Jesús nos dio ejemplo cuando, antes de la Pasión, lava los pies a los Apóstoles.
  • Cuando estaba cansado se interesa por la mujer samaritana.

Jesús, que ayude a los otros a descansar, que haga pequeños favores a mis padres, hermanos, abuelos…

Y que me preocupe de los necesitados:

  • … visite a los enfermos…

  • … Consuele a los que sufren…

El mandamiento nuevo de Jesús es: “amaos unos a otros como yo os he amado.”

Enseñando a los niños a orar

Enseñando a los niños a orar
Enseñando a los niños a orar

Instruye al niño en su camino y ni aun de viejo se apartará de él” (Prov. 22:6).

Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, Porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mateo 19:13).

A los niños hay que ofrecerles oraciones ya admitidas por toda la comunidad, pero que al mismo tiempo que estén expresadas con palabras y explicaciones con ejemplos inteligibles por ellos. Así aprenderán a hablar con nuestro Padre Dios utilizando su propio lenguaje y simbolismo. Jesús de mi vida, que fuiste niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón. El Niño Jesús que nació en Belén, bendiga nuestra mesa y a nosotros también.

Las oraciones de los niños habitualmente se concentran en peticiones. Muchas de ellas pueden ser a favor de seres queridos y cercanos a ellos como los abuelitos, los animales queridos, por enfermos, la mamá, el papá, amigos, compañeros de escuela etc. Sin embargo, algunas de esas oraciones pueden ser peticiones para ellos mismos. Muchos niños asumen que están en su derecho de recibir de inmediato lo que están solicitando y demandando. Por ello la importancia de nuestro proceder en las explicaciones y enseñanzas de tener los niños la paciencia en la espera de los resultados. Se debe lograr la técnica de la comunicación y ahí esta nuestro trabajo. Dios como convertidor, está supuesto a oír todas las peticiones de los niños de tal manera que cada una de ellas sea cumplida. Cuando la petición de un niño es demorada, el niño se puede mostrar ansioso:

¿Hice algo equivocado?
¿Estaba Dios ocupado en el momento de la oración?
¿Usé las palabras equivocadas?
¿Estaré siendo castigado por algo?”

Enseñando a los niños a orar
Enseñando a los niños a orar

El error ha sido hecho mayormente por un adulto que le ha permitido al niño pensar que las respuestas de Dios son siempre aceptadas y contestadas de inmediato. Los guías y seres espirituales maduros saben muy bien que Dios siempre escucha todas las oraciones pero que El responde en su propio tiempo y de acuerdo a su voluntad. La respuesta de Dios no puede debilitar a los niños en sus deseos, deben confiar en que el suplirá todas nuestras necesidades en cualquier instante. Si la fe de un ser espiritual maduro o un padre o madre fuese debilitada por ello, imagine la confianza de un niño como quedaría por ello. Es importante que los guías espirituales y los padres sean claros de que Dios responde a todas nuestras peticiones y la fe de un niño debe de ser enseñada en una fuerte y paciente confianza cada vez más en la consumación superior. Léales algunas de las oraciones en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. ¿Cuál puede ser un factor importante que se ha perdido en las oraciones En el día de hoy? Piense acerca de ello. ¿Con cuánta frecuencia se cierra una oración u meditación con un abrupto amén, un apretón de la mano creyendo así que se está sosteniendo la suya, y el sentimiento de que hizo lo que estaba supuesto a hacer? ¿Qué pasó con el darle a Dios la oportunidad de dialogar? Enseñe a los niños a esperar una respuesta de parte de Dios. Pero también a esperar pacientemente y escuchar lo que Dios puede enseñarles a ellos metas para desarrollar guerreros de verdadera oración:

  • Crear en ellos en su inocencia que Dios está disponible siempre para escucharlo.
  • Que hablar con Dios en una formula personal e importante.
  • Estar listo siempre para escuchar, esperar y aceptar la respuesta de Dios.

Algunas sugerencias para alcanzar esas metas: Ore con nuestros niños en sus peticiones e incluir a todos nuestros semejantes y hermanos. Esté alerta a enseñar a orar llevando motivos de alabanza y gratitud o de peticiones. Comparta con sus niños y hermanos, experiencias propias y ajenas la manera como Dios ha contestado sus propias oraciones. Anime a los niños a orar unos por otros.

Comparta con ellos hechos y relatos históricos de la espiritualidad de muchos seres en la historia de la humanidad. Leer juntos con ellos la Biblia y literaturas que ayude a su desarrollo de la vida espiritual de algunos seres conocidos, acerca de que como la oración nos lleva a respuestas muy hermosas y ver a su vez la forma y la manera como Dios les respondió a sus ruegos y peticiones. Que estén siempre listos para orar en una variedad de lugares en cualquier hora del día y por una variedad de razones o motivos. Explique a sus hijos y hermanos de el camino que aunque Dios ha sido testigo de nuestros actos negativos y conoce nuestros malos pensamientos, de todas maneras El quiere que los confesemos en oración para poder ser perdonados y reivindicarnos. En el proceso de crecimiento espiritual.

Pasos para enseñar a los niños para Orar:

  • Alabar a Dios por quien Él es.
  • Agradecerle por lo que Él ha hecho.
  • Confesar siempre nuestros pecados.
  • Orar por otras personas con peticiones específicas.
  • Orar por uno mismo.
  • La oración es un regalo.
  • ¿Qué niño dejaría un regalo sin abrir o abandonado?
  • Dar a los niños y hermanos en el sendero de usar el regalo de la oración y su valioso resultado para las almas que las aplican constantemente.

Eduquemos a nuestros niños a la oración de el alma con sentido y valor en su pronunciación y fe en lo solicitado para el bien de el niño de los suyos y de la humanidad toda y de todos los que les siguen en del proceso evolutivo. Pues en la vida la oración como adulto le ayudare cada vez mas en el crecimiento de su existencias en los diversos logros que desea alcanzar hoy como niño, mañana como adulto…

Enseñando a los niños a orar
Enseñando a los niños a orar

Orar es vincularnos con Dios. Es crear un espacio sagrado en el cual podemos comulgar con Dios. El proceso siguiente de los cinco pasos de la oración te puede ayudar a profundizar tus momentos de oración y aumentar tu conciencia de Dios en ti y en tus niños. Enséñale a vuestros niños los pasos siguientes serán importantes para toda su vida y que se ordene su cuerpo mente y espíritu y que comiencen así …

  • aquietarse y apartase un momento para orar cada día. Comienza su rato de quietud aquietando su cuerpo y abriendo su mente a una conciencia de Dios. Respire profundamente, consciente que estás en la presencia de Dios y de que esta Presencia está en el. Deje ir sus inquietudes y tenga fe en que todo está bien.
  • que se concentre y cierre sus ojos y deja ir cualquier pensamiento del mundo a su alrededor, y comience a pensar en Dios… Acerca de Su presencia en su vida. Que centre su mente en un pensamiento una idea o un versículo bíblico que resuene con el. Que repite esta idea una y otra vez, bien sea en silencio o en voz alta, hasta que se convierta en su único pensamiento.
  • que medite y permita que este estado mental de concentración le lleve a una conciencia más profunda de Dios. Estad quietos y conoced que yo soy Dios. Permanece quieto a medida que comulgas con esta presencia divina en el.
  • que se de cuenta y reconozca y viva, desde lo más profundo de tu ser, de que es uno con Dios. Permanezca en este conocimiento, en esta comprensión a medida que sienta su presencia sagrada, es una “comunión silenciosa de su alma.” En este estado receptivo de mente y corazón, este atento a la inspiración de Dios, a las respuestas a sus oraciones.
  • que de gracias y permita que la gratitud sea su respuesta gozosa a esta experiencia de comunión con Dios y con su bondad infinita. Que de gracias por las bendiciones en su vida y muéstrese dispuesto a recibir su bien.

Cuando era muy pequeño, esto es, desde la fecha que aún tengo recuerdos, no podía dormir si no se sentaba en mi cama junto a mi madre, yo soy el segundo de 6 hermanos, lo primero era oír algún cuento o alguna historia, y luego la infaltable oración antes de dormir. ‘Jesusito de mi vida, eres niño como yo, déjame ser tu amigo, yo te entrego mi corazón, y tu me das tu amor, cuídame al dormir por favor’ o la bien conocida oración ‘Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día’, luego me pergsinaba y a dormir.

Cuando conversamos de este tema entre adultos ya de mi edad, a muchos les trae bellos recuerdos esta costumbre, y no encontramos mucha explicación porque no es un hábito como lo fue antes. Comencemos de una manera muy familiar y sencilla, oremos con nuestros hijos junto a su cama, ambos padres, y seguro que nuestros hijos y nosotros dormiremos con una gran paz interior. No busquemos ninguna oración complicada, lo más sencillo y natural posible y estaremos sembrando las más hermosas de las semillas en el corazón de nuestros hijos, y esta podrá dar los frutos que el Señor no pide.

‘En un jardín de hermosas flores, el Señor dejo caer una semilla, y encargo a su hijo el riego y el cuidado, así fue como germinó la mas bella de todas, el Señor la esta ahora esperando en su mesa sólo él sabe cuando, porque y para que’.

No olvidemos poner en un lugar destacado en la habitación donde duermen los niños, alguna imagen de Jesús, a mi me agrada más en las que esta en brazos de su Madre la Virgen María.

Percibir la presencia de Dios, de Jesús, de la Virgen María, desde pequeño, nos reconforta y nos da paz, no hace sensible en nuestra fe, porque si los hijos por ejemplo observan a sus padres que están tomados de la mano, con los ojos cerrados en comunicación con Dios, seguro de que ellos harán lo mismo, y de verdad percibirán al Señor, recuerden que el no dijo, que si dos o mas se reúnen en mi nombre yo estaré dentro de ellos. Creo que esta experiencia es imborrable en nuestros niños, Dios Padre, Dios Hijo, el Espíritu Santo, mi padre, mi madre, mis hermanos, junto a mí orando en casa, que confianza para quedar en las manos de Dios.”

Enseñando a los niños a orar
Enseñando a los niños a orar